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Cirujanos de Argentina y Uruguay aprenden en el HUCA a implantar la válvula aórtica

Cirujanos de Argentina y Uruguay aprenden en el HUCA a implantar la válvula aórtica

 

 

El equipo de César Morís en el Hospital asturiano fue el primero de España en llevar a cabo una técnica reconocida ya mundialmente

TRES NACIONALIDADES ALREDEDOR DEL CORAZÓN. Parte del equipo asturiano de cirugía cardiaca junto a los cuatro cardiólogos argentinos y un uruguayo, ayer en el HUCA. Sentados, por la izquierda, Raquel del Valle, Germán Girela y Purificación Arias. En la segunda fila, Félix Fernández, Antonio Scuteri, César Morís, Antonio Piazza, Antonio Pocovi, José Maese, Francisco Javier García y Pablo Díaz. miki lópez

Oviedo, Eduardo GARCÍA

Pasen al quirófano y vean. Vean y aprendan. El Servicio de Cirugía Cardiaca del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) se ha convertido en el mejor escenario para observar sobre el terreno los métodos de implantación de las válvulas aórticas, una técnica pionera puesta en marcha en Asturias en diciembre de 2007, por primera vez en España.

Más de 30 hospitales del país la llevan a cabo ya, pero el HUCA sigue siendo referencia. Cuatro cardiólogos argentinos y un uruguayo iniciaron ayer una breve estancia en el Principado para trabajar unas horas al lado del equipo de César Morís, director médico del HUCA, aprendiendo una técnica que tiene la gran ventaja de evitar una cirugía traumática, a tórax abierto.

Los especialistas latinoamericanos recibirán un curso intensivo de apenas 48 horas, con teoría, mucho vídeo y, sobre todo, mucha experiencia en el quirófano para hacerse con una técnica que el doctor Morís califica de «muy compleja» y que, explicada sin entrar en detalles, parece sacada de un relato de ciencia ficción. La válvula artificial, que va a sustituir a la válvula aórtica natural del paciente, se introduce prensada dentro de un catéter a la altura de la ingle, y se conduce por el interior del cuerpo hasta llegar al corazón donde, liberada, se expande como un muelle. Su función es trascendente: por ella pasa toda la sangre del cuerpo.

Morís, el cabeza visible de la experiencia pionera en España, ha recorrido toda Latinoamérica enseñando el procedimiento «que en modo alguno va contra la cirugía. Hay pacientes que por sus determinadas características tienen que ser operados, pero si se puede hacer con esta técnica y el paciente, si todo va bien, puede irse para casa en 72 horas, pues mejor».

La implantación de una válvula aórtica por el procedimiento de cirugía convencional es una técnica muy reglada que tiene ya cincuenta años. Este nuevo método, con el que en el HUCA ya se han llevado a cabo 79 intervenciones, abre unas expectativas sorprendentes. En el reciente congreso mundial de cardiología celebrado en Nueva Orleans, Estados Unidos, la estrella fue un estudio internacional que demuestra que no hay diferencias de mortalidad entre pacientes operados a pecho abierto y pacientes a los que se les implantó la válvula aórtica a través de la ingle. Es decir, poner una válvula nueva sin quitar la antigua, que queda inoperativa.

La válvula aórtica se estrecha por envejecimiento. En circunstancias normales es una «compuerta» con diámetro parecido al de una moneda de 2 euros. El paso de los años la puede dejar con un diámetro de apenas 6 milímetros. «Cerrar ese espacio de paso de la sangre somete al corazón a mucho esfuerzo» explica Morís. La delegación argentina y uruguaya está formada por Pablo Díaz, hemodinamista de la Asociación Española de Montevideo; Antonio Pocovi, hemodinamista del Sanatorio Mitre de Buenos Aires; Antonio Scuteri, hemodinamista del Hospital Español de Buenos Aires; Antonio Piazza, cirujano cardiovascular presidente del Colegio Argentino de Cirujanos Cardiovasculares, y Germán Girela, cirujano cardiovascular de la Fundación Médica de Río Negro.

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