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Científicos asturianos identifican un gen que causa envejecimiento acelerado hereditario

     

Un equipo de la Universidad de Oviedo y del Centro Médico describe a partir de dos familias una nueva enfermedad rara que convierte a los adolescentes en ancianos

 
 
Parte de los autores de la investigación. De izquierda a derecha, Gonzalo Rodríguez, Diana Álvarez, Rubén Cabanillas, Miriam Fanjul, Juan Cadiñanos, Fernando García, Julia Martínez y Xosé A. Suárez, en el laboratorio que dirige Carlos López Otín.
Parte de los autores de la investigación. De izquierda a derecha, Gonzalo Rodríguez, Diana Álvarez, Rubén Cabanillas, Miriam Fanjul, Juan Cadiñanos, Fernando García, Julia Martínez y Xosé A. Suárez, en el laboratorio que dirige Carlos López Otín. miki lópez
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Oviedo, Pablo ÁLVAREZ

Todo comenzó con la llamada de un muchacho canario al laboratorio de Carlos López Otín, catedrático de Biología Molecular de la Universidad de Oviedo. Tenía 28 años, pero bien podía aparentar 50 más. Pesaba unos 20 kilos. Le llegaba a Otín por el codo. Pero poseía un don singular: carecía de complejos -hace solamente unos días estuvo en la playa- y quería vivir, vivir todo lo que su organismo pudiera dar de sí y, a ser posible, un poco más.

El catedrático asturiano se tomó en serio el caso y, desde hoy, Néstor y otro joven madrileño, llamado Guillermo, son candidatos a dar nombre al trastorno que padecen: el síndrome Néstor-Guillermo, un tipo de progeria (envejecimiento acelerado) hereditaria que acaba de ser secuenciada y minuciosamente descrita por un equipo de científicos del grupo de Otín y del Instituto de Medicina Oncológica y Molecular (IMOMA), emplazado en el Centro Médico de Asturias.

Por vez primera en la historia, el estudio del genoma de una familia española ha servido para identificar la causa de una enfermedad rara. Nadie sabe cuántos españoles padecen un trastorno como el de Guillermo y Néstor, que comienza a ser evidente a muy temprana edad. Hasta es posible que exista sólo en nuestro país. Es seguro, en todo caso, que los afectados son muy pocos y que, a priori, están condenados a ver su vida truncada poco más allá de la adolescencia, pues su cuerpo envejece a pasos agigantados.

El trabajo aparece publicado en la prestigiosa revista «American Journal of Human Genetics». Recoge una investigación pionera en nuestro país y que proporciona «nuevas claves acerca de los mecanismos moleculares del envejecimiento humano», destacó ayer López Otín. El estudio ha permitido identificar una nueva forma hereditaria de progeria y, además, descubrir el gen mutante responsable de su desarrollo.

Sobre el papel, Néstor bien podía padecer el síndrome de Hutchinson-Gilford, descrito allá por 1870 y que lleva el nombre de sus descubridores. Pero el catedrático asturiano y sus colaboradores no quisieron quedarse en las apariencias y decidieron sacar partido al exhaustivo conocimiento del genoma humano que han acumulado en los últimos veinte años. Como suele suceder en estos casos, el libro de la vida estaba abierto, pero se imponía la exigencia de leerlo con agilidad y acierto. Los investigadores secuenciaron toda la parte del genoma codificante de proteínas de Néstor, así como de sus padres, una tarea que en los últimos años se ha visto enormemente facilitada por los avances tecnológicos.

El resultado fue la identificación de una mutación en un gen denominado BANF1, que hasta el momento no se había descrito como responsable de ninguna enfermedad y que se ha comprobado que causa un mal no conocido hasta el momento y que presenta algunas diferencias con relación a la de Hutchinson-Gilford. Por ejemplo, Néstor y Guillermo no padecen problemas cardiovasculares, circunstancia que explica que hayan logrado rebasar con vida la adolescencia. A cambio, sufren más patologías en los huesos, indicó Rubén Cabanillas, del Centro Médico de Asturias. El profesor Xosé Antón Puente agregó que ambos pacientes «carecían de mutaciones en los dos genes que hasta la fecha se habían descrito como responsables de enfermedades semejantes».

El estudio molecular del paciente de la segunda familia permitió confirmar la presencia de exactamente la misma mutación en su genoma. Estudios adicionales han permitido demostrar que esta mutación provoca una gran disminución de los niveles de la proteína codificada por el gen BANF1, lo que da lugar a defectos en la envoltura nuclear. Esta estructura es la cubierta que envuelve el núcleo de una célula, donde se encuentra el ADN, por lo que su alteración provoca numerosos cambios en el organismo.

De otra parte, el trabajo también ha demostrado que la introducción del gen normal en las células aisladas de estos pacientes resulta suficiente para recuperar la estructura correcta de la envoltura nuclear.

«El envejecimiento es un proceso muy complejo que afecta a la mayor parte de las funciones biológicas de un organismo, pero cuyas causas moleculares aún se desconocen en gran medida», precisó López Otín, responsable de un estudio en el que también han intervenido científicos del Instituto Universitario de Oncología del Principado (IUOPA).

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