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Tres bebés prematuros mueren al año en Neonatología del HUCA por infecciones

Tres bebés prematuros mueren al año en Neonatología del HUCA por infecciones

 

 

El 30% de los niños nacidos antes de tiempo resulta afectado por algún patógeno en el hospital y el 10% fallece

 

07.10.11 - 02:40 - A. VILLACORTA | OVIEDO

 

Un gesto tan simple como lavarse las manos «puede suponerle hasta una hora a una enfermera que tenga un turno de ocho». Y puede también salvar muchas vidas. O malograrlas. «Sólo es necesario que, en un equipo de cien profesionales sanitarios, fallen dos o tres personas». Ese fue el mensaje lanzado ayer por cuatro primeros espadas en el campo de la Neonatología, que insistieron una y otra vez en trasladar a familias y profesionales la importancia de «extremar las precauciones con la higiene para evitar que se produzcan infecciones en los bebés prematuros al transmitirles gérmenes de manera involuntaria». Pequeños especialmente vulnerables por tres razones, explicó el presidente de la Sociedad Mundial de Perinatología, Xavier Carbonell, durante el XXIII Congreso Nacional de Neonatología y Medicina Perinatal: «Son niños muy débiles, tienen las defensas muy bajas y requieren de cuidados muy agresivos».

De hecho, las infecciones nosocomiales -aquellas que se adquieren en los hospitales- son la principal causa de muerte entre los recién nacidos prematuros, afirmó Belén Fernández Colomer, facultativa del Servicio de Neonatología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y presidenta del comité científico del congreso, quien reconoció que «este es uno de los asuntos que más preocupan a los especialistas».

A pesar de que estas unidades cada vez logran llevar a término a bebés más pequeños, «niños que pueden estar dos meses en una UCI, sometidos a sondas, catéteres, radiografías», los datos desgranados por Colomer resultan preocupantes: «De cada diez bebés que entran en una de estas unidades, tres se van a infectar. El porcentaje en Asturias ronda el 28% y la tasa de mortalidad se sitúa en el 10%». Trasladado al día a día del HUCA: «De los 60 bebés de menos de 1.500 gramos que nacen cada año en el Hospital Central, los llamados grandes prematuros, 18 contraen una infección y entre dos y tres fallecen».

La facultativa precisó además que los principales causantes de estas infecciones son las bacterias, seguidas por los hongos que, en cambio, tienen una tasa de mortalidad más alta (en torno al 30%) y, finalmente, «virus como el de la gripe A, que ya están llegando a las unidades neonatales».

Por eso, uno de los principales quebraderos de cabeza de los especialistas es cómo reducir estos porcentajes (que son similares en toda Europa y en Estados Unidos), ya que, a pesar de que «se ha experimentado una reducción de la mortalidad de entre el 10 y el 20% en los últimos años» y de que «entre el 70 y el 80% de los gérmenes que provocan esas infecciones no tendrían efecto alguno en adultos o en niños sanos», apuntó Xavier Carbonell, «los niños son cada vez más pequeños y mucho más manipulados por los profesionales».

Ante esa realidad se impone «un cambio en la cultura de los servicios de Neonatología», defendió José López Sastre, presidente de la Sociedad Española de Neonatología y del Grupo Hospitales Castrillo (una red dirigida por Asturias y compuesta por 37 centros hospitalarios de referencia de todo el país que llevan 16 años estudiando las incidencia de las infecciones). Un giro que pasa, dijo, «por hacer programas de prevención que fomenten una higiene estricta».

Otras de las grandes esperanzadas de los expertos son compuestos como el fluconazol, que, según Paolo Manzoni -uno de los principales investigadores de Europa de la profilaxis de las infecciones nosocomiales-, «permiten reducir hasta un 80% las producidas por cándidas, que atacan especialmente a los niños por debajo de 1.000 gramos y que tienen una tasa de mortalidad muy alta». O como la lactoferrina, una proteína que se encuentra en la leche materna y también en la leche de vaca, con propiedades antiinfecciosas.

Pero no sólo se trata de reducir las muertes, puntualizó el experto turinés, sino que «el desafío es también evitar las graves secuelas que pueden causar estos patógenos». Secuelas como la ceguera y las neurológicas, que «tienen un gran peso económico, humano y social».

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