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¿Dónde está el dinero?

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Hace tres años y medio, España parecía Jauja, pero ahora nadie tiene un euro. ¿Billetes y monedas se crean y se destruyen o solo cambian de manos?

El Comercio. 18.11.11- CÉSAR COCA |

Foto: Billetes de 100 euros

Más billetes de 500 euros

El número de billetes de 500 euros en circulación también ha descendido en España, pero a menor ritmo que la media. Ello significa que la proporción de esos billetes -‘invisibles’ en la actividad habitual de la gran mayoría de los ciudadanos- es mayor. Así por ejemplo, en 2008 suponían el 67% del total del valor del papel moneda que circulaba por el país. A finales del pasado verano, eran más del 72%. Dado que los billetes de 500 son uno de los refugios típicos del ‘dinero negro’, la evolución de esa magnitud parece reflejar un crecimiento sostenido de la economía no sometida a control fiscal alguno. Según los técnicos del Banco de España, esa proporción de billetes de 500 es el doble de la media de la zona euro. Contra una opinión muy extendida, no son los particulares quienes los atesoran. O solo lo son en una cuantía reducida.

Ha disminuido mucho la velocidad de circulación del dinero porque los bancos están necesitados de liquidez y eso hace que no fluya el crédito

Hace algo más de tres años había tanto dinero en España que literalmente no se sabía qué hacer con él. Los bancos llamaban a sus clientes ofreciéndoles unos créditos que no necesitaban, las Administraciones construían aeropuertos donde no hacían falta, las empresas organizaban lujosos encuentros de directivos cuya utilidad real nadie veía y los ciudadanos de a pie se daban caprichos caros con cierta frecuencia. España parecía Jauja y los perros se ataban con longanizas. Hoy, los bancos apenas dan créditos, las Administraciones tienen dificultades enormes para pagar la nómina de sus empleados, las empresas controlan hasta el último céntimo y plantean recortes salariales y los ciudadanos se lo piensan tres o cuatro veces antes de hacer una compra que se pueda aplazar. ¿Dónde está entonces el dinero? ¿Cómo es posible que desaparezca? ¿O es que en realidad no ha desaparecido?

La pregunta se la hacen también en muchos otros países donde, con diferencias más de forma que de fondo, ha sucedido lo mismo. Pues bien, aunque parezca paradójico, en la actualidad hay en el mundo casi un 50% más de dinero que al comienzo de la crisis. Al menos, dinero físico, o fiduciario -por utilizar el término preciso en el lenguaje económico-; es decir, billetes y monedas. En el verano de 2008, circulaban por el planeta aproximadamente 3,6 billones de dólares (cambiadas todas las monedas a la divisa estadounidense). A día de hoy, se superan ampliamente los 5 billones. De esa suma, casi 1 billón son dólares, otro tanto yenes japoneses y algo menos, alrededor de 0,9 billones, euros. Lo que queda es el resto de las divisas mundiales.

Si hay más dinero, ¿por qué entonces escasea? La respuesta para muchos países es doble: escasea en algunas regiones del mundo, no en todas; y, por otra parte, esos 5 billones largos solo son una pequeña parte del dinero total. Alrededor del 10%, porque los expertos estiman que por cada euro (o dólar, yen o cualquier otra moneda de amplio uso) hay otros nueve en forma de ‘dinero bancario’ o unidades de cuenta.

En el caso español, aún hay otra explicación: el dinero fiduciario también ha descendido. Según el Banco de España, la suma de los billetes y monedas en circulación ha pasado de algo más de 87.000 millones en el verano de 2008 -cuando muchos mortales aún creían en el mito de la prosperidad ilimitada- a poco más de 73.000 a día de hoy. Es decir, una parte no menor del dinero, tanto físico como bancario, ha abandonado el territorio español atemorizado por la crisis y la falta de confianza.

Un cuento muy real

Hay otro problema adicional, el aún existente apenas se mueve. Y la circulación del dinero es tan importante como su abundancia. Lo resumimos con un cuento: un hotel de un pequeño pueblo recibe la visita de un cliente que se interesa por una habitación con buenas vistas. El hostelero le ofrece una de la última planta y el cliente potencial le pide verla para comprobar si le convence. Para que no desconfíe de su interés, deja 100 euros en depósito. Mientras el visitante contempla el paisaje, el hostelero decide saldar su deuda con el carnicero con esos 100 euros. El carnicero, que no esperaba recibir tan pronto esa suma, recuerda que a su vez debe 100 euros al pintor que adecentó su local. El pintor usa el billete para pagar al transportista al que contrató la semana pasada. Y este recuerda que hace unos días alojó en el hotel a unos familiares que llegaron de otra ciudad, y satisface su deuda con el dueño del establecimiento. Justo cuando acaba de pagarle, el visitante baja a la recepción y decepcionado dice que no le gustan las vistas. El hostelero le devuelve los 100 euros y se va. ¿Efecto de todo ello? Que el billete sigue en el bolsillo del visitante y en cambio hay cinco negocios que han cobrado deudas pendientes y saneado sus cuentas.

¿Qué está pasando ahora? Que en mitad de esa cadena, uno de los agentes deposita su dinero en un banco y este, en vez de ponerlo de nuevo en circulación en forma de crédito, lo mete en la caja fuerte para reforzar su solvencia. "Ha disminuido mucho la velocidad de circulación del dinero porque los bancos están necesitados de liquidez y eso hace que no fluya el crédito", explica Manuel Romera, director del Sector Financiero de IE Business School. Y aporta un dato que no requiere de más explicaciones: en el año 2007, bancos y cajas españoles concedían nueve de cada diez créditos solicitados; hoy es solo uno de cada cuatro.

Es decir, que es la pérdida de confianza y la necesidad de recapitalizar la banca lo que está detrás de la contracción del dinero no fiduciario. "El incremento de capital de las entidades financieras, exigido por las autoridades monetarias, tiene el efecto de reducir la capacidad de crédito", reconoce Miguel Cardoso, economista jefe en España de BBVA Research, quien añade que los recelos sobre la banca nacional no se deben a la deuda soberana sino más bien "a lo que costará arreglar la crisis de las cajas".

Un problema de origen conocido: la disponibilidad de dinero en grandes sumas y a muy bajo precio llevó a familias, empresas y administraciones a un endeudamiento excesivo, que reventó con la crisis inmobiliaria. Ahora hay que devolver los créditos y buena parte del dinero que puedan captar las entidades financieras -a un alto precio, dada la ’prima de riesgo’- debe destinarse a atender esos compromisos. Otra cifra que por sí sola es muy explicativa: en los próximos seis meses, España debe refinanciar 84.000 millones de euros.

Moderación europea

Si el dinero escasea, ¿solucionaría algo poner más billetes en circulación? El Banco Central Europeo lo ha hecho con moderación, "pero no ha sido suficiente para recuperar el crédito", a juicio de Cardoso.

La Reserva Federal de EE UU, en cambio, ha puesto a funcionar a buen ritmo la máquina de producir billetes, de manera que hay muchos más dólares en el mundo ahora que hace tres años. Ello, advierte Romera, tiene un peligro: cuando la crisis termine habrá que hacer frente a un problema distinto, la inflación. Y no solo en EE UU sino en todo el mundo, porque dos de cada tres dólares están fuera del país.

Pero eso es como pensar en el riesgo de llegar a tener colesterol alto si apenas prueba la comida. No parece un problema que hoy por hoy agobie a nadie. Es imposible preocuparse por un hipotético horizonte, donde de nuevo no sepamos qué hacer con demasiado dinero, cuando la realidad es que la caja está vacía. Hay quien se lo ha llevado a otro sitio y el resto prefiere no darle salida... por lo que pueda pasar.

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