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Los pacientes de hemodiálisis del Hospital del Oriente son derivados a Gijón por precaución…

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El Sella amenaza con otra «riadona»

Ribadesella, Arriondas y Cangas de Onís viven momentos de angustia por una crecida que recuerda a la de 2010

Foto: La imagen de la catástrofe de hace menos de dos años.
Cangas de Onís / Ribadesella/ Arriondas, A. SÁNCHEZ R. / J. M. CARBAJAL / R. DÍAZ, en La Nueva España.

Un grupo de hombres debatía a las ocho de la tarde de ayer en L'Alisal, en Ribadesella, el futuro inmediato de un crecido río Sella, que amenazaba con anegar la localidad. Alberto Pendás estaba a esa hora convencido de que el nivel de las aguas no subiría más. «Esta salvámosla», señaló. Nadie respaldó su augurio. Alberto Blanco, José Manuel Blanco, Roberto Capín y Pedro Blanco se temían lo peor: que la incesante lluvia, unida al deshielo en la montaña y a la pleamar de las cuatro de la madrugada provocaran una nueva inundación en L'Alisal. Faltaba a esa hora medio metro de agua para alcanzar el pueblo. Y el río seguía creciendo.

Mientras tanto, en Triongu, en Cangas de Onís, los vecinos se preparaban para una larga noche en vela, otra más. El Sella amenazaba, como ya había hecho veinticuatro horas antes, con desbordarse y anegar el pueblo. Aquí, además, estaba en peligro la N-634, que en la noche del domingo libró por los pelos, pues el agua empezó a volver a su cauce cuando ya mordía uno de los carriles. «Vivimos en un sin vivir», señalaba un vecino, desde que se desvió el río por los continuos vertidos de sedimentos de arena al Sella de la cantera más próxima a la localidad durante años y que provocó el nacimiento de una isla.

El alcalde pedáneo de la localidad canguesa, Ángel Martínez Sánchez, destacaba que los vecinos tiene su propio «plan de emergencias»: se comunican entre ellos, retiran los coches de las zonas más susceptibles de ser inundadas y están en alerta por si tienen que ayudar a retirar el ganado de los vecinos más próximos al río, así como los electrodomésticos. Todos a una. Más de lo mismo en Cangas de Onís, donde el agua superaba ya a esa misma hora los seis metros de altura en la zona del puente «romano». Y seguía subiendo.

En Arriondas, la localidad más afectada por la «riadona» de junio de 2010, la angustia era la sensación más generalizada. En el Hospital del Oriente, por precaución, se evacuaba la planta que llaman «menos uno», donde están los aparatos de hemodiálisis y la zona administrativa. Los pacientes de hemodiálisis fueron derivados a Gijón. El Piloña, afluente del Sella, se quedó a apenas veinte centímetros de superar la barrera que lo separa de la explanada del hospital en la noche del domingo. Anoche, según las autoridades, en principio, no había temor a un desbordamiento, aunque «con los ríos nunca se sabe», señaló un agente del instituto armado.

No hubo clase ni en el Colegio Río Sella, ni en el instituto, ambos situados junto al Sella, en una zona en la que la «riadona» de 2010 alcanzó los dos metros de altura. El equipo directivo del Río Sella, que integran Nedi Naredo, Charo Vázquez y Luz Pérez, junto al resto del profesorado y padres de alumnos llevaron a zonas más altas del edificio el material sensible de la planta baja.

Ana González, profesora de Infantil, revivió el drama de 2010, cuando tuvo que ser rescatada en piragua de su casa, en el barrio de Castañera, y, además, vio cómo la «riadona» se llevaba todo de su aula, tras destrozar las cristaleras y superar el metro ochenta de altura. «No pude salvar nada», indicó. «Los que vivimos aquello lo estamos pasando otra vez muy mal», añadió la profesora, que en esta ocasión se llevó, por si acaso, los mandilones de los niños, su agenda, un cuadro que le regalaron los niños -precisamente sobre la riada de hace dos años- y otro cuadro con las fotos de los alumnos. En Pervís (Amieva), los vecinos temían por el futuro del puente que los comunica con el resto del concejo.

Las crecidas volvieron a poner en alerta a los pueblos ribereños solo unas horas antes de la llegada de un segundo frente polar

El temporal deja incomunicada Asturias por tren

07/02/20, S.d.m./j.m./p.A./D.R., Oviedo, en La Voz de Asturias
Aún no ha dejado de llover y ya amenazan el frío y la nieve. Asturias encadena hoy una nueva alerta de temporal, esta vez porque la cota de las nevadas caerá al nivel del mar y porque el mercurio de los termómetros podrá quedarse por debajo de los seis grados bajo cero. No obstante, los ribereños vivieron ayer pendientes del caudal de los ríos, especialmente del Sella y del Nalón a la altura de San Martín del Rey Aurelio. Las aguas volvieron a elevarse peligrosamentes. Argayos, cortes de carretera por árboles caídos y locales anegados fueron los principales daños. A última hora, en Bustiello (Mieres), estaban en máxima alerta y en el Sella con la vista clavada en el río.
También a última hora, la lluvia arrastró la piedras que protegen las vías del ferrocarril en la zona de Pajares, dejándolas desguarnecidas. Este incidente obligó a Renfe a cortar la conexión de Asturias con la meseta para acometer los trabajos de reparación. La medida afectó a los 128 pasajeros que iban a viajar en uno de los tres trenes que no pudieron salir: el tren-hotel a Barcelona, un Alvia a Madrid y un regional a León. Los pasajeros fueron trasladados hasta el otro lado de la cordillera en autobuses. Fuentes de Renfe señalan que su objetivo es acabar de madrugada, para no cancelar hoy ningún servicio.
Una de las imágenes más representativas de las lluvias torrenciales se produjo en la nacional 632 entre Soto del Barco y Muros de Nalón. La Delegación del Gobierno se vio obligada a cerrar al tráfico el puente que cruza la ría del Nalón para limpiar los restos de basura y maleza que se habían acumulado bajo la pasarela, arrastrados por el caudal, y que obstaculizaban nueve de los 16 vanos del puente. Dos grúas de gran tonelaje trataban de agilizar las labores.
El servicio de Emergencias del 112-Asturias mantuvo activado el plan de inundaciones del Principado (Planinpa) en situación 0, que es el nivel de alerta más bajo, con labores de vigilancia. A pesar de que se volvió a vivir tensión a media tarde, cuando todavía eran visibles en el Sella los efectos de la pleamar de las 15.45, no fue necesario elevar la alarma. El Gobierno llegó a contabilizar incidencias en 50 carreteras.
Gabinete de crisis El delegado del Gobierno, Gabino de Lorenzo, también montó un gabinete de crisis para evaluar los efectos del temporal. Al encuentro asistieron el presidente de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC), Jorge Marquínez; el coronel jefe de la Guardia Civil, y el responsable de la unidad de Protección Civil, Daniel Fernández.
Los niveles del Sella estuvieron por encima del umbral de alerta toda la tarde en Cangas de Onís y en Arriondas. Por la mañana el caudal se había reducido, pero las intensas lluvias registradas a mediodía volvieron a disparar el volumen de agua. En el instituto de Arriondas no hubo clase ayer porque el gimnasio y las aulas situadas en el sótano se inundaron, no por el desbordamiento del río sino al rebosar los alcantarillados, que no daban abasto para desalojar el agua. Por la mañana, visitó el hospital de Arriondas el consejero de Sanidad, José María Navía-Osorio, ya que el centro también estaba en alerta. Del mismo modo, el Cares bajaba con una fuerza aterradora en la parte más alta de su cauce.
En la comarca del Nalón, la peor parte se la llevaron en San Vicente (San Martín del Rey Aurelio), con dos casas desalojadas y calles cortadas. Pero los efectos del temporal también se vivieron en Caso, con cortes de carreteras por argayos en los accesos a Orlé, Belerda y la conexión entre Gobezanes y Bueres. En Soto de Caso, los vecinos estaban sin agua potable, ya que los derrumbes rompieron las tuberías del suministro. Los alcaldes del valle volvieron a mostrar su malestar por la suelta de agua en los pantanos de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC), una queja que se repite cada vez que se registra un temporal de lluvia y que sube el caudal del Nalón.
En Siero, el Nora siguió desbordándose durante toda la jornada en la vega entre Pola de Siero y la zona de Granda. Además, en Santa Marina el agua entró en dos viviendas y sus propietarios creen que se debe a la obra del desdoblamiento de los túneles de Riaño. Además, la carretera que conecta Pola con la autovía minera estuvo cortada a primera del día debido a una inundación.
El río Negro dejó ayer en Valdés a más de 800 personas sin suministro de agua. La crecida provocó la rotura, en tres sitios, de la red, dejando sin servicio a zonas de la parte alta de Luarca, Villar o La Capitana. Otro río al que se vigiló fue el Barayo, sobre todo a su paso por El Bao, pero no se produjeron desbordamientos.

LA NOTICIA QUE ESPERAMOS NO SE VUELVA A REPETIR

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