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Efectos directos de la crisis, el paro… y de una Ley de Dependencia que no llega a este ámbito.

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Enfermos de alzhéimer dejan los geriátricos por no poder pagar su plaza

La fundación asturiana de la enfermedad alerta de que la crisis desborda su oferta mensual de comida especializada

01.03.12 - CH. TUYA | GIJÓN, en El Comercio.

«Aunque tenemos un convenio con las residencias, que nos hacen precios muy ajustados, llevamos ya once casos de renuncias. La crisis económica es tan grave que las familias están sacando de los geriátricos a los enfermos de alzhéimer. No pueden pagar la plaza».

Laureano Caicoya, presidente de la Fundación Alzhéimer Asturias, ha abandonado su proverbial optimismo. El hombre que insiste en poner buena cara a una enfermedad de la que aún no se conoce cura y que no sólo devora los recuerdos del paciente, sino que le acaba postrando en la cama, se muestra ahora «muy preocupado» por los problemas «que la falta de trabajo está causando a los enfermos».

Lo dice porque ha visto como «ya son muchas las familias en las que no entra ni un sólo euro, porque están todos los miembros en el paro. Viven todos de la pensión del abuelo o de la abuela». Ese problema, común en muchos hogares de la región, se agrava cuando el pensionista «es enfermo de alzhéimer, ya que requiere una asistencia muy especializada que, ahora, no se le está dando».

Pañales y sondas

La prueba la encuentra en el abandono de las plazas geriátricas. A pesar de que la Fundación Alzhéimer Asturias tiene firmado un convenio con la Asociación de Centros y Servicios de Mayores (Asacesema), por la que «recibimos ofertas muy ventajosas, la verdad es que se portan muy bien con nosotros», la entidad cerró 2011 «con once casos de abandono. Las familias se han encontrado con que no pueden pagar la hipoteca o el plazo del coche, incluso la comida, así que se han llevado al enfermo de nuevo a casa».

Eso supone, explica Caicoya, un grave trastorno para el paciente, puesto que no sólo es quitar una atención especializada para darle una no formada, «si no que es castigar mucho a las familias, porque esta enfermedad, insisto, es muy dura. Hablamos de cambiar pañales, limpiar vómitos y alimentar por sonda. Eso no debería hacerlo un familiar».

Pero el problema económico no se resuelve sólo con abandonar las residencias especializadas, sino que «estamos viendo cómo el reparto mensual que hacemos de comida especializada, que se eleva a una tonelada de alimentos, se queda corto. Se supone que ese reparto es para el enfermo, ya que son productos especializados, que nos ceden Reny Picot y Nestlé. Pero ahora ya vemos cómo toda la familia los utiliza».

Convenio con Ibercaja

Por ese motivo, Laureano Caicoya vuelve a poner el acento en la Ley de la Dependencia, una norma que no sólo sufrió un parón en su aplicación en 2011, sino que nunca ha sido especialmente positiva para las personas con alzhéimer. Tanto es así que Laureano Caicoya reitera que «no sólo es que esté parada, sino que para estos enfermos, no llega. No lo hacía antes y, ahora, menos».

Ese hueco que deja libre el Estado lo intenta cubrir la Fundación con sus líneas de ayuda, alimentación y formación. De hecho, hoy mismo firmará un nuevo convenio con Ibercaja, dotado con 5.000 euros, «que servirá para facilitar ayuda a los enfermos que residen en sus domicilios. Es poco, pero no nos llega más. Ibercaja lleva años ayudándonos».

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