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Una gestión de corazón

Una gestión de corazón

 

Nacida en Barredos, Pola de Laviana, se trasladó a Avilés para estudiar el bachillerato. En 1988 incorporó a la gerencia de Atención Primaria donde, tras 20 años, se convirtió en un referente para la sanidad y un modelo por su forma de trabajar. Al igual que su paisano Armando Palacio Valdés, Magaly González García nació en Pola de Laviana, aunque ella en Barredos, pero los azares de su vida la unieron para siempre a Avilés. Magaly González llegó a la villa para estudiar el bachillerato en los años 60 del siglo pasado aprovechando la posibilidad de vivir con unos tíos suyos.

Una vez terminado el Bachillerato, comenzó a trabajar en la consignataria Paquet. En esos años, compaginó el trabajo con el estudio en horario nocturno (Magisterio e idiomas) en lo que ha sido una de las constantes de su vida, como es la laboriosidad. Cesó en Paquet después de casarse con Miguel Junquera ya que, durante el anterior régimen, eran muchas las empresas cuya política no incluía tener mujeres casadas en su plantilla, según recuerda.

Casada y madre de dos hijos -Adolfo y Jorge-, Magaly González recibió el apoyo constante de su esposo para retomar sus estudios y preparar oposiciones a la administración pública. «La verdad es que sin el apoyo de mi familia no hubiese hecho nada, Miguel siempre me apoyó, sabía que tenía inquietudes y me animaba a hacer cosas», comenta.

Queda en cuarto lugar entre los aspirantes para tres plazas de administrativo en el Ayuntamiento de Avilés, una de las oposiciones a las que se había presentado después del aliento de su familia. «Me llamaron para estar de interina», explica. Durante ocho meses trabajó en el Ayuntamiento, en Festejos, con Ángel Álvarez de concejal del área. Un periodo intenso, pero que le aportó grandes vivencias, como la organización del concurso hípico o el tener que ir a pagar a las orquestas de las verbenas («me escoltaba la Policía Local»). «Me incorporé poco después de Carnaval, lo primero que tuve que organizar fue Pascua. Recuerdo que ese año llovió tanto que aún me acuerdo cada vez que llega El Bollo», asegura. En esa vorágine, recibió la buena noticia de que había logrado la plaza en lo que entonces era el Insalud.

«La plaza era en propiedad, así que no lo dudé y solicité el cese en el Ayuntamiento», asevera. Un cambio que marcaría profesionalmente su vida y que llevaría a Magaly González al mundo de la gestión sanitaria, donde ha terminado por ser un referente para todo el Área Sanitaria III.

Así, en 1988 se incorporó a la gerencia en el ya desaparecido ambulatorio de Llano Ponte. Con José Antonio Álvarez Pérez como gerente, Magaly González vivió en primera línea la aplicación de la reforma sanitaria, también como reflejo de la evolución del propio país.

El desarrollo de los centros de salud, la puesta en marcha de la cita previa, la tarjeta sanitaria... «Fue un trabajo muy ilusionante, ver cómo cambiaba todo el sistema. Siempre he tenido mucha suerte en el trabajo. Con José Antonio Álvarez aprendí todo sobre la gestión», asegura.

Al tiempo, se matriculó en Derecho en la Uned, carrera que concluirá en el curso 2010/11. «Los primeros cursos aprobé bastantes asignaturas, pero luego hubo años en los que no hice nada, incluso tuve un cambio de plan», explica.

A la propia dificultad de compaginar el trabajo con los estudios superiores, se añade el paréntesis que abrió entre 1993 y 1995 cuando se incorporó a la Consejería de Medio Ambiente como jefa de gabinete de María Luisa Carcedo. «Al principio me resistí, pero María Luisa me animó. Supongo que tenía buenas referencias, por su marido, José Antonio Álvarez», explica.

Fueron años intensos, con jornadas en Oviedo de ocho de la mañana a nueve de la tarde. «Muchas veces Miguel iba a buscarme, para que no condujese cansada, sin el apoyo de mi familia, no lo hubiese logrado. También en Oviedo trabajé con gente excepcional, como Covadonga y Gloria», resume.

El cambio de gobierno en 1995 provocó el regreso a su trabajo en Avilés, en gestión de Atención Primaria. «Con todos los compañeros he aprendido muchísimo, ahora cuando me jubilo, lo que me da pena es dejar atrás a una segunda familia: recuerdo nacimientos, bodas, fallecimientos. La parte afectiva del trabajo es lo que más echaré en falta», apunta.

En 2003 fallece su esposo, aunque el recuerdo de Miguel le acompaña constantemente y, al año siguiente, Javier Claros la recupera para la dirección de gestión en Atención Primaria, puesto que conservará hasta el pasado mes de enero. Ahí vivió las transferencias sanitarias, realizó nuevos cursos, como un máster sobre gestión sanitaria, y terminó figurando en todos los grupos de trabajo creados. «Ha sido un lujo contar con el equipo extraordinario que he tenido. El éxito siempre es del equipo que llevas detrás», concluye.

Ahora, jubilada, se prepara para colaborar en alguna organización social y disfrutar de la vida. «Tengo dos nietos, Nora y Miguel, y quiero disfrutar de los míos. La vida tiene fecha de caducidad y quiero disfrutar: me gusta pasear, la montaña, leer, la música... Soy socia de la Filarmónica y no podía ir a muchos conciertos, ahora sí», concluye.

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