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Cáritas y Cruz Roja atienden a más de 1.500 niños de familias sin recursos

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«Vemos situaciones sobrecogedoras», alerta el Ayuntamiento de Gijón, que garantiza una comida diaria a 2.400 menores

El Comercio. 14.10.12 - 02:40 -AZAHARA VILLACORTA | GIJÓN.

«Personas que llevaban cotizando treinta años y que no tienen derecho a nada. Madres solas sin ningún tipo de recurso. Estamos viendo realidades verdaderamente sobrecogedoras». La directora de la Fundación Municipal de Servicios Sociales de Gijón, Pilar del Amo, expone en toda su crudeza la situación a la que se enfrentan decenas de familias gijonesas con menores a su cargo después de que el concejo más poblado de Asturias haya comprobado cómo las solicitudes de becas de comedor -63 euros que van a parar a los centros educativos y que «garantizan que los más pequeños hagan, al menos, una comida completa al día»- se disparaban hasta alcanzar cifras «nunca antes vistas».

En total, la Fundación Municipal de Servicios Sociales ha concedido este curso alrededor de 2.400 de estas becas destinadas a familias con escasos recursos, mientras que «otras 400 se quedaron fuera de la convocatoria» en lo que Del Amo califica de «tremendo esfuerzo que no se está haciendo en ningún otro lugar» sin lograr ocultar su preocupación. Consciente de que «hay que buscar nuevas fórmulas para mejorar la cobertura de la población infantil», ahora limitada al alumnado de Primaria.

Las organizaciones no gubernamentales han sido las primeras en dar la voz de alarma: la crisis se está cebando en los más pequeños y «la infancia se ha convertido en el grupo de edad más afectado por la pobreza en nuestro país», denuncia Unicef. Y los datos referidos a Asturias justifican esa alerta: 21.000 menores asturianos viven bajo el umbral de la pobreza, según el Observatorio de la Salud 2012, lo que, negro sobre blanco, significa que casi dos de cada diez críos de la región apenas tiene lo suficiente para sobrevivir. Números que se traducen en instituciones desbordadas.

Lo sufren en Cáritas, que atiende a 400 pequeños dentro de su programa Menores y Familias. «Y no atendemos a más porque, sencillamente, no tenemos recursos para financiar esa ayuda. Bastante hacemos con hacer lo que hacemos», lamenta la responsable del proyecto, Pilar Díaz Cano, que cuenta que los efectos de la pobreza resultan devastadores sobre los más pequeños, los más vulnerables, «afectando directamente a su desarrollo y su madurez». Niños y niñas «a los que, por ejemplo, se les pide buen rendimiento académico cuando, a lo mejor, viven en una pensión en medio de una tensión constante».

Y algo muy parecido refieren en Cruz Roja, que el año pasado atendió a 1.150 menores en sus distintos proyectos de Infancia en Dificultad Social, aunque precisan que «la cifra aumenta si se incluye a los que participaron en programas de Cruz Roja Juventud». Y subiendo: «En lo que va de 2012, llevamos 851, por lo que consideramos que la cifra del año pasado se va a superar ampliamente, ya que, de momento, son 200 más que el año pasado en esta misma fecha».

Son los casos que salen a la luz, porque, «además, está la pobreza vergonzante, silenciosa», la que no se ve, advierten. Aquella que «tira de las redes de solidaridad de familiares y amigos».

Un padre y sus dos hijos en la cocina. Un frigorífico vacío y una tortilla de un solo huevo como única cena. Es la nueva campaña de Cruz Roja, pero es también mucho más: «La realidad que sufren muchísimas familias españolas que tratan de invisibilizar esa situación por vergüenza, pero que tenemos más próximas de lo que creemos, que son nuestros vecinos».

«Es muy duro llamar a mi madre para que les dé de comer porque no tengo nada»

14.10.12 - 02:37 - A. V. | GIJÓN.

 

Foto: Arantzazu Matía, ayer, con sus dos hijas, de cinco y dos años, en el barrio gijonés de El Coto. :: E. C.

«A veces, lloras. A veces, te duermes y a veces, te desesperas. Otras veces piensas en que hay un día siguiente y que tienes que seguir luchando por ellas. Porque, si estuviera sola, a lo mejor ya me hubiese rendido. Estoy muy cansada». Lo que pasa por la cabeza de una madre con dos hijas y cinco euros en la cuenta cuando llega el final de cada mes -«eso si es que hay suerte y todavía quedan cinco euros»- es «un caos», como ella misma define su vida.

«Un caos» y «un milagro». Porque, aunque no sepa muy bien cómo, la gijonesa Aratzazu Matía y sus niñas, de 5 y 2 años, siempre consiguen salir adelante. Y, aunque «la mayor ya se da cuenta de algunas cosas, piensa que su mamá puede con todo».

A sus 31, desde su piso de protección oficial en Tremañes, Arantzazu ha podido con una pareja que la maltrataba y que «nunca se hizo cargo» de las pequeñas. Y aún tiene fuerzas para recorrer las tiendas de la ciudad en busca de pegatinas fluorescentes después de dejarlas en la guarde y en el cole, donde comen gracias a las becas escolares. Pegatinas que son las señales que indican que hay oferta.

Y pudo con el primer día en el que tuvo que ir a Cruz Roja «a pedir ropa y comida», aunque se resistió «durante mucho tiempo»: «Aguanté todo lo que pude. Pensaba que era para gente que lo necesitase más que yo». Ella, que, antes de la crisis trabajó de casi todo, «hasta en dos sitios a la vez», y a la que ahora a duras penas le sale «alguna casina para limpiar».

«Me levanto y tengo que buscarme la vida. Si puedo, vendo hasta chatarra, pero tenemos que comer», cuenta agarrada a sus dos hijas, con unos ingresos totales de 609 euros entre la renta de 426 que perciben las víctimas de la violencia machista, «que se acaba en febrero», y la ayuda de emergencia de los servicios sociales que la completa. 609 euros de los que salen «150 para pagar el piso, el agua, la luz, el gas, el teléfono, libros, desayunos, mandilones...».

La portavoz de Cáritas, Pilar Díaz Cano, describe el rostro más común de la pobreza infantil en Asturias como el de «una mujer sola con varios hijos a su cargo que vive en una situación de tremendo estrés».

Por eso, cuando pueden, las tres se escapan a Sariego, donde vive la abuela de Arantzazu: «A desconectar» y a «aprender a trabajar la huerta». Y, por eso, aunque a veces sienta que le falta el aire, se declara «afortunada»: «Yo tengo una familia que, aunque también esté pasando dificultades, está siempre ahí, apoyándome. Es muy duro llamar a mi madre para que les dé de comer porque yo no tengo nada, pero conozco a gente que no tiene ni eso. Que, de verdad, lo está pasando muy mal».

2,2 millones por debajo del umbral de la pobreza

2.267.000 niños y niñas viven en España por debajo del umbral de la pobreza. Ese es el estremecedor dato que acaba de hacer público Unicef, lo que supone un incremento de 80.000 menores el pasado año con respecto a 2010 que sitúa la tasa de pobreza infantil del país en el 27,2%. Sus informes también apuntan que hay un total de 760.000 hogares españoles con niños donde ningún adulto trabaja, 46.000 más que hace un año, y un 14,4% de pequeños que viven en hogares con un índice de pobreza alta, frente al 13,7% del año anterior. Más allá de la frialdad de los porcentajes, esta información, defienden, debe resultar «especialmente relevante en un momento en el que se acaba de iniciar la tramitación parlamentaria de los Presupuestos del Estado para 2013. Hay que actuar. Y actuar

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