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Más de 9.500 diálisis en un año

Más de 9.500 diálisis en un año
 
La sección de Nefrología atiende a la población de la comarca con insuficiencia renal
 
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Cuadros en las paredes seleccionados por los propios enfermos, ventanales amplios y un amplio equipo humano pendiente de pacientes y los riñones artificiales que, en un año, hacen 9.505 sesiones de hemodiálisis. Son algunos de los detalles que dotan a la sección de Nefrología del Hospital San Agustín de un espíritu propio, tan sólo compartido por los homólogos de esta especialidad cuya principal función es la prevención y tratamiento de la insuficiencia renal.
Según recuerda el doctor Javier Guerediaga, la insuficiencia renal es una «enfermedad crónica» que, una vez que se diagnóstica modificará para siempre la vida del paciente. Desde hábitos alimentarios a las sesiones de hemodiálisis, nada volverá a ser igual. De ahí que uno de sus objetivos fundamentales sea la «prevención y la detección precoz de la insuficiencia renal».
«La hipertensión arterial y la diabetes tipo II se encuentran detrás del 50% de las insuficiencias renales» explica el especialista. Además, la precaución en el uso de medicamentos que sean tóxicos para las funciones renales, especialmente en las personas mayores y que reciben diferentes tratamientos médicos es otra vía de prevención.
«La Atención Primaria es fundamental para esta labor: una profilaxis adecuada, la detección precoz y una educación para la salud; también se hace una adecuada prevención en otras especialidades», asevera Guerediaga. No obstante, en la sección de Nefrología existe el convencimiento de que es necesario reforzar la colaboración entre los dos niveles asistenciales.
Así, se asume que el futuro pasa por el trabajo conjunto para definir el tratamiento de la hipertensión, insuficiencia renal crónica o unificar la reacción ante la presencia de sangre en la orina, entre otros aspectos. Pero también aprovechar las posibilidades de las consultas a través de internet, entre otras formas de colaboración.
El doctor Guerediaga destaca que los principales beneficiarios serán, en primer lugar, los pacientes, pero también el propio sistema sanitario que mejorará su eficiencia. En este sentido, apunta que la llegada precoz del paciente a los especialistas es fundamental. «Una llegada precoz ayuda a preparar al paciente de la forma más adecuada para el tratamiento renal sustitutivo; disponemos de medicamentos que pueden retrasar ese momento», apunta.
Cada año, entre 120 y 130 personas reciben el diagnóstico de insuficiencia renal en el Hospital San Agustín. El deterioro de las capacidades del riñón desembocan en un tratamiento sustitutivo. La medicina ofrece tres posibilidades, todas disponibles en el Hospital San Agustín: la hemodiálisis tradicional; la diálisis peritoneal y el trasplante, si bien en estas dos últimas opciones el centro de referencia es el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).
«Los nefrólogos consideramos que la mejor opción es siempre el trasplante, tanto para la calidad de vida del enfermo, aunque siempre deberá seguir bajo control médico, como para el sistema sanitario. El coste de esa operación en el primer año es igual a la hemodiálisis, pero al tercer año se reduce a 10.000 euros anuales», explica Javier Guerediaga.
Al año, en Asturias se hacen entre 30 y 50 trasplantes, de los que entre 4 y 5 son de pacientes avilesinos, cuyo seguimiento posterior también recae en el HUCA. El doctor José María Baltar destaca el avance registrado por este método. «Por sus características, lo mejor es un trasplante de riñón entre vivos, aunque no suele ser habitual. Se da de padres a hijos o entre hermanos, aunque no siempre se cumplen las condiciones necesarias», apunta. De hecho, el año pasado en Avilés sólo se efectuó uno con estas características.
En el caso de un trasplante del riñón de un fallecido, «la duración media del órgano es de 10 a 12 años, aunque hay personas que nunca tienen un problema después de la operación», apunta.
Enfermería, fundamental
Mientras llega ese órgano, o si no es posible recibirlo, la solución pasa por la hemodiálisis. El San Agustín dispone de 18 riñones artificiales para las sesiones que oscilan entre tres y cuatro horas.
En ellas, el personal de enfermería juega un papel fundamental. Hasta el punto de que el centro imparte desde hace ocho años un curso de 500 horas de la Universidad de Oviedo para formación de especialistas en este campo. «Tenemos aprobada la novena edición y estamos muy satisfechos por los resultados», comenta Maribel Fuente, supervisora de enfermería en la sección.
La atención a los pacientes y una labor constante de educación para la salud convierte a las enfermeras en una parte «fundamental» para el buen funcionamiento del equipo, destaca Guerediaga.
Además, de las enfermedades propias de su especialidad, los equipos de hemodiálisis se emplean en otras patologías donde es necesario un tratamiento extracorpóreo de la sangre. «En los centros de estas dimensiones es lo habitual», asegura Maribel Fuente.

 

 

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