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Prevención culpa a AZSA de no evaluar de forma adecuada el riesgo de intoxicación por mercurio

Prevención culpa a AZSA de no evaluar de forma adecuada el riesgo de intoxicación por mercurio
04.04.13 - 02:48 -

Un informe del Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales determina «deficiencias en materia de seguridad y salud laboral» en Asturiana de Zinc (AZSA), que supuso la intoxicación por mercurio de los trabajadores de Ingeniería de Montajes Norte (IMSA) durante los meses de noviembre y diciembre cuando desempeñaban su labor en la planta de tostación en la que se detectó el accidente.

El informe evalúa la seguridad en el trabajo, la higiene industrial y la normativa y también la medicina laboral, además de otros informes, como la información básica de obra (IBO) para las labores de calderería y soldadura que debían realizarse en la parada general de tostación. Los técnicos que firman el informe son Esther López (técnica de prevención), Javier Rodríguez Suárez (jefe del área de seguridad en el trabajo), José María Santurio Díaz (técnico de prevención), Ofelia García Hevia (jefa del área de higiene industrial) y Eduardo García Morilla (jefe del servicio de riesgos laborales).

El documento indica que la causa básica de la intoxicación con mercurio se debe a «no haber previsto la elevada cantidad del metal presente en los intercambiadores», algo que pudo condicionar «negativamente la valoración adecuada del riesgo». Es por eso que, a juicio de los responsables del informe, «se pudo deducir la insuficiente información transmitida a la contrata sobre el mismo y a los propios trabajadores intervinientes». En todo caso, hubiera sido «más difícil» que se produjeran las carencias en el método de trabajo diseñado y aprobado, y, en general, el conjunto de lagunas o deficiencias detectadas en materias de seguridad y salud laboral en caso de haberse evaluado correctamente el problema», y recalcan que las carencias preventivas «no son disculpables en ningún caso».

En todo momento se bajara la hipótesis de una avería, un accidente industrial, una operación errónea o un problema de la puesta a punto de alguno de los equipos de depuración, y se cree que el problema pudo darse en las torres de mercurio situadas inmediatamente antes de los intercambiadores, cuya finalidad es, precisamente, la eliminación del mercurio de los gases provenientes de la tostación.

Causas del accidente

El documento explica que una de las causas del accidente fue la «elevada concrentración de mercurio en la zona de trabajo, no prevista y no evaluada». Se argumenta que «existían concentraciones notablemente altas de mercurio, habida cuenta la entidad de los valores biológicos de dicho metal encontrados en los trabajadores accidentados». Existe, según el informe, una prueba objetiva que demuestra la presencia de mercurio en los intercambiadores, como es el análisis de los tubos sustituidos y los resultados obtenidos por el Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas (CENIM), efectuados a instancias de AZSA, y los que se obtuvieron a raíz del análisis del Instituto de Geología Aplicada de la Universidad de Castilla la Mancha.

La conclusión del informe del CENIM es que «la mayor parte del mercurio encontrado en los tubos sustituidos está en forma de mercurio elemental, aunque también se podrían encontrar otros compuestos inorgánicos de mercurio». El informe de la Universidad de Castilla la Mancha, realizado con un mes de diferencia, establece que «el mercurio está presente en todas las muestras analizadas». Sin embargo, el documento de Prevención de Riesgos Laborales tiene en cuenta «la descuidada manipulación de los tubos, que fueron tratados como chatarra y no conservados como muestras para laboratorio», lo que hace suponer que la concentración total fuese mayor «en el momento de retirarse los intercambiadores que lo que pudiera deducirse de los resultados» de los análisis.

Según los técnicos, «las características de los trabajos de reentubado que se efectuaron en los intercambiadores y las condiciones en las que se realizaron pudieron favorecer una mayor exposición y contaminación de los trabajadores, pero no justifican en modo alguno, por sí solas, los elevados valores biológicos de mercurio detectado en los accidentados». Se refieren al hecho de tener que sustituir casi 4.000 tubos, las jornadas de trabajo de 12 horas y el método de trabajo con «aerosoles y vapores de mercurio, radiales y otras herramientas de desbaste, oxicorte y soldadura». Todas, similares a las que se habían empleado en otras paradas anteriores.

Cuando se refiere a las condiciones de trabajo se recalcan las atmosféricas, por la época del año en la que se realizó la parada. Al respecto, el informe establece que «se colocaron toldos sobre el intercambiador, pero el goteo de agua provocó arrastres de depósitos con contenido en mercurio desde cotas altas, ensuciando la ropa y resto de equipamiento, y también la elevada humedad relativa en el interior de los intercambiadores».

El análisis del Instituto de Prevención de Riesgos Laborales sostiene que resulta «evidente» que la elevada cantidad de contaminante existía «de forma indubitada», aunque el informe básico de obra que facilita AZSA a la empresa en el momento de realizar la parada sólo refleja «de forma somera la posible presencia de metales pesados, sin más especificación, y en el procedimiento de trabajo elaborado por IMSA y aprobado por AZSA no se establece la necesidad de efectuar mediciones ni de emplear protecciones respiratorias frente al mercurio más que durante las operaciones 'en caliente' (corte con radial, oxicorte y 'botado' de tubos)», lo que a juicio de los responsables del informe es una «muestra de la escasa importancia que se le dio a la presencia de mercurio u otros metales pesados». Una de las causas pudo ser el hecho de que en operaciones similares no se hubiesen producido problemas similares, «lo que pudo hacer poco previsible la importante presencia de mercurio», aunque «los hechos demuestran el error que, desde un punto de vista de la seguridad y la salud en el trabajo, supuso la imprevisión expuesta que llevó a no estimar correctamente la potencialidad del riesgo y, consecuentemente, a que no se tomasen las medidas congruentes con su importancia».

En otro punto del informe se explica que el hecho de que los intercambiadores, espacios confinados por los que han pasado gases tóxicos, hubiesen permanecido «cerrados durante once años» y se obrasen modificaciones en ellos debería de haber sido motivo suficiente para «haber tomado más precauciones para cerciorarse de la inexistencia de atmósferas peligrosas en el interior de los equipos».

Otra de las causas del accidente es, según el informe, la protección individual insuficiente, puesto que «no se prescribió el uso del buzo desechable, y la ropa de trabajo, sucia y contaminada, «acompañó a los trabajadores mientras la tuvieron puesta, trasladando la contaminación a otras zonas no expuestas inicialmente y pudiendo afectar a otras personas sin riesgo de exposición». La última de las causas se refiere a las «deficientes condiciones de limpieza y hábitos higiénicos incorrectos». El informe establece que «las condiciones atmosféricas presentes durante los trabajos favorecieron la suciedad de la ropa y el hecho de que la ropa no fuese sustituida o desechada tras las operaciones se muestran como un factor negativo desde un punto de vista preventivo».

Las condiciones de los vestuarios también influyeron, y entre otras cosas se detallan «bajo nivel de limpieza, mezcla de ropa de trabajo y calle, depósito de botas sucias, secado de ropa contaminada en el mismo local» y otras cuestiones como «comer sin cambiarse de ropa, fumar con las manos sucias, las máquinas expendedoras de comida y bebida en las zonas contaminadas», como causas que pudieron contribuir a aumentar los niveles de intoxicación.

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