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Una mano amiga contra el cáncer

Una mano amiga contra el cáncer

 

La psicóloga Ángela Sánchez destaca el papel del entorno de los enfermos una vez que se les diagnostica un tumor

 

11.09.13 - 00:19 - RAFA BALBUENA | AVILÉS.

«Un tumor no es un castigo o una injusticia, sino un hecho contra el que hay que luchar sí o sí»

«Familia y amigos deben tratar al paciente al ritmo que él marque, sin agobios y con total naturalidad».«Vamos a hablar del cáncer como personas, y no como si fuésemos parte de la enfermedad». La frase con la que la psicóloga Ángela Sánchez abrió ayer su conferencia en el Centro de Servicios Universitarios fue la idea de esperanza sobre la que se insistió, desde diversos prismas, en la primera actividad del presente curso que organiza el Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS. El salón de actos del centro, que se llenó de público interesado apenas comenzada la ponencia, acogió así la primera de las cinco intervenciones que, a lo largo del mes, irán ofreciendo sobre los avances en oncología otros cuatro especialistas en la materia.

 

Así lo destacó Armando Arias, coordinador del Aula, que hizo un alegato porque esta primera serie de conferencias «logre su objetivo de aproximarse a lo que necesita y demanda la sociedad avilesina», deseo que confirmó a renglón seguido María Jesús Wes, presidenta del Consejo de Administración del diario. «También queremos recabar la atención y el interés de la gente joven, para que contribuya y se implique en este proyecto», añadió la presidenta, antes de ponderar «el valor que, como profesional, desempeña Ángela Sánchez en su labor de psicóloga clínica en la Asociación Española de Ayuda Contra el Cáncer».

 

Una vez hechas las presentaciones, Sánchez procedió a desgranar un proceso que ella misma definió como «el de intentar recomponer nuestros sentimientos tras haber sido diagnosticados de cáncer». Y esa palabra, recomposición, es la clave para afrontar una etapa «en la que lo más chocante es que lo que más tiene el paciente es tiempo», explicó. Tiempo que «en su mayor parte se dedica al cáncer, como es lógico, sea en la consulta del médico, en las terapias o pensando en qué va a deparar el curso de la enfermedad».

 

Sin embargo, «eso no significa que un enfermo deba obsesionarse y dedicar todo su tiempo a pensar en qué va a pasarle», recalcó. Lo más útil es recordar que «sufrir un carcinoma no es necesariamente sinónimo de ir llevando en la mano el certificado de defunción», para lo cual «ese tiempo del que hablamos debe ser aprovechado para vivir». De hecho, «un tumor no es una injusticia ni un castigo, sino un hecho contra el que hay que luchar sí o sí», constató.

 

A partir de ahí «hay que entender que es normal sentir miedo, tristeza, pensamientos intrusivos y ansiedad», trastorno este último que definió como «miedo al miedo, angustia ante lo incierto» y que para ser vencido es esencial «el apoyo familiar y de nuestro entramado social cercano». Y, sobre todo, «evitar el desamparo que propicia la ausencia de ese tejido social: la soledad».

 

De ahí que Sánchez reivindicase «la figura del voluntario como ayuda inestimable en la recuperación». No sólo en hospitales y en campañas contra la enfermedad, «sino arropando al paciente en cada fase, como la de aceptación del diagnóstico o la de los cambios físicos -caída del pelo, oscilaciones de peso- o la experiencia que aportan quienes han sufrido un caso o lo han tenido en su propia familia», añadió la psicóloga.

 

Un tabú que queda atrás

 

El turno de preguntas lanzado tras la conferencia abordó varias cuestiones de interés. Entre ellas, «el miedo a que siente mucha gente con la mención de la palabra cáncer», que Sánchez definió de «tabú que va quedando atrás, gracias a los avances esperanzadores que da la medicina». También se habló del derecho del paciente «a ser informado por el médico, pero hasta el punto que el enfermo considere necesario». Y sobre todo la necesidad de que familia y amigos de quien padezca el mal «se comporten con naturalidad, tratándole al ritmo que él marque, sin atosigarle ni sobreprotegerle, algo «esencial» para asimilar que puede vencer un cáncer y vivir para contarlo.

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