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22-M: accidente o ruptura

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 El arranque del nuevo período legislativo

El análisis del mapa político tras el 22-M (6)

El alcance de la irrupción de Cascos en Asturias divide a los analistas entre los que creen que Foro «llegó para quedarse» y los que dudan de que pueda mantener el tirón en próximos comicios

Foto: Carmen Moriyón, ahora alcaldesa de Gijón, abraza a Cascos, durante la noche electoral, tras conocer que Foro era la fuerza con más diputados.

Lne.es » Asturias  Oviedo, J. E. MENCÍA

 

Foro Asturias, 16 escaños; PSOE, 15; Partido Popular, 10; e Izquierda Unida, 4. A modo de juego cabalístico, las urnas dejaron el 22 de mayo esas cifras en Asturias. Con ellas se debe interpretar ahora la política regional. Descifrar las estrategias que encierran no es tarea sencilla. Igual que el arcano 16 del tarot -la misma cifra de escaños que sujetará el Gobierno de Foro- representa la torre de Babel fulminada, la política asturiana recuerda al edificio bíblico en el que sus habitantes eran incapaces de entenderse.

 

 ¿Qué pasó el 22 de mayo?

 

Las lecturas dependen de la perspectiva. Hay analistas, caso del político, escritor y ensayista Xuan Xosé Sánchez Vicente, que perciben un «profundo vuelco electoral, una convulsión que noqueó a los partidos tradicionales» y otros, como el catedrático Francisco Bastida, que consideran que los esquemas «sólo se trastocaron un poco, la derecha se dividió, pero no es nuevo, igual que Foro, que vende aire fresco cuando Cascos, Roces u Oblanca son viejos conocidos». Entre los especialistas en política regional hay quien percibe «una alteración profunda del mapa político asturiano» por la aparición, como ganador, de «un partido no sujeto a disciplina estatal». El sociólogo Óscar Rodríguez Buznego no duda de que «estas elecciones merecen un estudio profundo porque trasladan una realidad política muy compleja». Sin embargo, cuando ese interés se traduce al lenguaje de la calle, como por ejemplo hace el cantautor Jerónimo Granda, impera el escepticismo: «No veo grandes sorpresas, creo que todo acabará siendo igual». Otro representante del mundo artístico que prefiere el anonimato, «porque están las cosas muy caldeadas», añade: «Todo esto ya me aburre».

 

El secreto de Cascos

 

Estas visiones escépticas que dejan entrever el desencanto que genera la política tienen bastante que ver con la victoria pergeñada por Francisco Álvarez-Cascos. ¿Cuál ha sido su fórmula para lograr ese giro electoral citado por Sánchez Vicente o Buznego? Ellos mismos ofrecen respuesta. «Los ciudadanos tienen un cabreo mayúsculo con los políticos y, de repente llegó Cascos a pasar la bandeja», opina Buznego. «La sociedad estaba harta de políticos y, sorprendentemente, Cascos fue capaz de pasar por apolítico», añade Sánchez Vicente.

 

Hubo más razones. Cascos es, a juicio de todos los encuestados, el candidato «más potente» de cuantos se midieron el 22-M. «Lo demostró durante la campaña, tiene más talla política», sostiene Buznego. El currículum del ex vicepresidente y ex ministro de Fomento con José María Aznar también pesó. «Durante los últimos años, tanto el PP como los medios de comunicación habían convertido a Cascos en el referente político de Asturias», sostiene Francisco Bastida. «La gente cree que fai les carreteres solu», apostilla, socarrón, Sánchez Vicente. El pasado político le sirvió también a Cascos para mantener «pegada mediática» y pasarse casi un año de «bolo en bolo» por radios y televisiones, e, incluso, para abrir brechas en Génova, sede central del PP, donde se oyeron voces a su favor hasta semanas después de que ya hubiera dejado el partido dando un sonoro portazo.

 

Hasta el carácter se convirtió en una ventaja. Uno de los trazos que definen a Cascos es su ímpetu. «La crisis hace que la gente busque un liderazgo fuerte, un político de mano dura», coinciden varios analistas, «y eso lo ofreció Cascos» en sólo un gesto: el portazo que dio en Génova. Esa escenificación vistió a Cascos de «outsider» político y líder con arrestos, y le permitió ampliar el caladero de votos. «La gente de izquierdas y otras sensibilidades políticas que querían castigar al PSOE se vio aliviada por la salida de Cascos del PP, unas siglas a las que les dolía echar el voto. Con Foro no hubo dolor», considera Sánchez Vicente. Bastida define esa estrategia: «populismo». El escritor Ricardo Menéndez Salmón resume: «Asturias se entregó en manos de un discurso mesiánico, forjado por un hombre duro y experimentado, al que pueden sus ínfulas neojovellanistas, que le persiguen desde que dejó de admirar a Franco».

 

 Empujando a Cascos

 

El ímpetu de Cascos encontró el suelo recién pulido. Junto a su haber hay que situar el debe de sus rivales. «Las urnas expresaron su hastío ante dos proyectos amortizados: uno por cansancio, el de Areces y el PSOE, y otro por ineptitud, el de Ovidio Sánchez y el PP, al tiempo que daban la espalda a dos políticos de circunstancias: Javier Fernández e Isabel Pérez Espinosa», mantiene Ricardo Menéndez Salmón, dejando en el tejado del PSOE y el PP buena parte de la responsabilidad en el triunfo de Cascos.

 

De nuevo la indignación. El 22-M llegó marcado -así ha podido verse en toda España- por un fuerte descontento con el PSOE, tanto en el ámbito nacional como en el regional o en el local. «Era tal el disgusto y la desesperación que algunos votantes socialistas tiraron su papeleta de forma consciente», considera Buznego. Bastida liga este «calentón contra Zapatero» con la situación regional: «Está claro que el Gobierno central no vio la crisis ni diagnosticó las soluciones correctas, pero en Asturias también pesaron los años de arecismo, las malas prácticas en materia de contrataciones y política de personal o la "operación Marea"». «Ese entramado de treinta años de negocios socialistas fue muy castigado por el electorado», apostilla Sánchez Vicente. A estas razones, algunos dirigentes del PSOE añaden, en clave de crítica interna, la escasa renovación de la lista electoral «fabricada para buscar un equilibrio que dejara contento a todo el mundo» y la desacertada gestión arecista «volcada en proyectos faraónicos poco entendibles en plena crisis económica y muy difícilmente sostenibles ahora». «Cascos se aprovechó de un voto a la contra, de la gente que iba a echar al PSOE y no quería votar PP», opina Sánchez Vicente.

 

Para el PP también hay crítica. «Las campañas del PSOE y el PP fueron desastrosas. El PSOE acabó haciendo campaña nacional, justo lo que no quería y llenando Asturias de referencias al PSOE nacional con Rubalcaba, Blanco o Guerra. El PP empezó con mucho ánimo pero luego se desinfló», relata Buznego. «La inoperancia de la dirección popular sirvió de mano para acrecentar la división interna», añade Bastida, mientras que Sánchez Vicente considera que «el PP no supo romper definitivamente con Cascos y muchos afiliados pensaron que votaban en unas primarias y que luego todo se arreglaría». El liderazgo blando de Mariano Rajoy también influyó, al menos a juicio de Buznego, que opina que con José María Aznar las deserciones habrían sido menos.

 

Bienvenidos a Babel

 

Las elecciones más inciertas arrojaron los resultados más confusos y endebles. Cada partido ha adoptado su estrategia: Foro quiere consolidarse mientras PSOE y PP buscan una táctica y tratan de poner sordina a la crítica interna. «Espectáculo penoso» o «jaleo de grandes dimensiones», así definen un profesional del mundo del espectáculo y un sacerdote la actualidad política asturiana. El cantautor Jerónimo Granda tira de saber popular: «Cuando no hay panchón, todos riñen y todos tienen razón». Esa es grosso modo la visión para el ciudadano normal. Los analistas reconocen la confusión. «Hay una desubicación general comprensible provocada por la pugna entre quienes quieren sujetar a Foro, y los foristas, que quieren alterar ese sistema», apunta uno de los consultados, que destaca el escenario de «crisis y generales anticipadas» en el que se produce todo.

 

Buznego añade otra explicación a la confusión. «No se ha respetado el escrutinio lo suficiente a la hora de analizar. Hay una debacle clara del PP, pero el PSOE fue la fuerza más votada y no puede decirse que Cascos arrasara», aclara. El desconcierto es tal que, según Sánchez Vicente, «el PSOE y el PP aún no tienen claro qué hacer». Dirigentes socialistas reconocen incluso que algunos capítulos como el apoyo al PP para hacerse con la presidencia de la Junta o lo sucedido en los ayuntamientos de Oviedo y Gijón, donde el PSOE permitió gobernar al PP, en el primero, y los populares forzaron la salida del PSOE, en el segundo, han contribuido a confundir aún más a las bases. Ricardo Menéndez Salmón asegura como espectador: «Veo al PSOE con pocas ganas de afrontar un Gobierno de izquierdas en el alambre y al PP sin discurso».

 

El sistema de designación de presidente que hay en Asturias, «que no deja más opción que votar a favor o abstenerse, e impide votar en contra» añadiría sal al enredo. «No obliga a las fuerzas a pactar en serio y permite que salgan adelante gobiernos sin estabilidad», destaca Bastida.

 

Accidente o nueva era

 

¿Cuánto se ha movido la tierra bajo el mapa electoral asturiano? Esa es una de las grandes cuestiones que ha dejado en el aire el 22 de mayo. Rodríguez Buznego, sociólogo y profesor de Ciencia Política, lo define como «ver si los votos regresan a su sitio o quedan ahí para siempre». Explica que Foro atrajo escrutinios de diversos ámbitos y que habrá que esperar a próximos comicios para ver si el partido de Cascos ha llegado para quedarse. «Los votantes del PP deberán decidir en las generales si vuelven al PP, que presenta una opción ganadora, o si siguen con Cascos. Y habrá que ver también qué hacen los socialistas y los regionalistas que le votaron. Las próximas autonómicas resultarán claves», dice. «Cascos se ha centrado en las generales, se le puede criticar, pero no puede decirse que se esté equivocando de cara a sus intereses políticos», añade Buznego, que de nuevo ve a socialistas y populares equivocados: «Están permitiendo que toda la iniciativa política gire en torno a Foro».

 

Sobre la profundidad de la sacudida electoral propinada por Cascos no hay consenso. Los analistas se dividen entre los que no creen que tenga largo recorrido «porque los orígenes de los votos son muy diferentes» y los que consideran que hay Cascos para rato. «PSOE y PP siguen moviéndose por coordenadas del pasado, ven a Foro como una simple escisión del centro derecha y se equivocan», percibe uno de los consultados.

 

El futuro inmediato

 

Mientras se despeja el alcance del cambio político en las próximas citas electorales, el futuro inmediato traerá varias piedras de toque para saber por dónde camina la estrategia de cada partido: las elecciones generales, la negociación presupuestaria y la concertación social. Xuan Xosé Sánchez Vicente da por hecho que «Cascos mantendrá su guerra a muerte con el PP». «No habrá posibilidades de equilibrios, uno acabará comiéndose al otro», recalca. Las generales serán claves, y más si como todo indica se adelantan al próximo otoño. «Cascos ha reconocido desde el principio que quiere estar en las Cortes. Buscan trascender, igual que han hecho en debates como la Caja», opina otro analista. Bastida también es de los que cree que la guerra de la derecha protagonizará la política en los próximos meses. «Negociarán, pero no tienen nada que negociar, se negocia con una fuerza que es bisagra, no con un partido que es exactamente igual que tú. Foro tratará de barrer a los populares y el PP intentará hacerse valer», opina.

 

En cuanto al PSOE? «Los socialistas han decidido echarse atrás, pero eso de dejar que se cuezan en su propia salsa tiene límites. Foro puede crecer en ese ambiente. Me parece una postura derrotista», opina Bastida. «El PSOE no puede jugar sólo a equilibrar la fuerza entre dos boxeadores, debe ir más allá y tomar la iniciativa, no puede ocultar que ha sido la fuerza más votada», interpreta otro consultado.

 

Para Bastida esta situación favorece que Cascos transmita a la opinión pública que Asturias es ingobernable y que son necesarias nuevas elecciones. Le pone fecha a la convocatoria: enero. «Quiere ser como Unión del Pueblo Navarro, le echará un pulso a Rajoy y luego forzará la máquina para barrer al PP. Es una lucha por sobrevivir y los que quieran subsistir deberán renovarse». La renovación. Esa es una asignatura que, a juicio de varios de los consultados, tienen pendiente PSOE y PP. «Se adelantarán las elecciones y pretenderán presentarse los mismos».

 

¿Y Asturias?

 

Entre tanta batalla por el poder político, hay quien teme que los intereses de Asturias queden relegados. «Las elecciones pasaron y Foro gobernará. Empieza una etapa que debemos afrontar con ilusión renovada, Asturias necesita un Gobierno estable que despeje incertidumbres e impulse la economía porque los problemas siguen estando ahí. Cascos debe utilizar su experiencia para trabajar, aunar fuerzas y sacar a Asturias adelante. No podemos perder el tiempo en luchas políticas, hay que hablar de la economía, de la internacionalización de las empresas, de la fiscalidad...». Quien habla así es Severino García Vigón, presidente de la patronal asturiana.

 

Los objetivos de García Vigón parecen difíciles a los ojos de Sánchez Vicente. «Está claro que los verdaderos problemas de Asturias no son políticos, son el paro, la deuda, la tasa de actividad? Pero Asturias quedará con un Gobierno débil para afrontarlos, débil en lo económico y en lo político», sostiene. Asturias será un reto para Cascos. «No es lo mismo ser ministro de Fomento en un momento de bonanza económica que presidente autonómico en crisis. Y habrá que ver cómo son las relaciones con Madrid y quién gobierna en la Moncloa, aunque no parece que ni Rajoy ni Rubalcaba vayan a darle aire a Cascos», opina Bastida. «Y las infraestructuras ya no son solución para la economía asturiana», añade Sánchez Vicente.

 

Ante esta situación, los analistas reclaman responsabilidad a los políticos y que no cierren ninguna puerta para ofrecer un Gobierno estable en Asturias. «La crisis es muy grave y lo deseable sería buscar pactos y explorar todas las posibilidades. Sin embargo, hay fuerzas que se apartan cuando nadie debería autoexcluirse. Foro ha logrado atraer, como bien dice, a un electorado transversal que le autoriza a negociar con todo el mundo, y si Cascos puede negociar con el PSOE, que le calificó como extrema derecha, el PP también puede acordar con los socialistas», apunta un buen conocedor de la realidad política asturiana. Bastida profundiza en esa dirección con otros argumentos: «Creo que Cascos jugará a adelantar las elecciones y que vamos a tener un año perdido. Una Administración fuera de combate durante un año no será nada bueno para Asturias. PSOE y PP deberían gobernar juntos en una situación así».

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