La rebelión fiscal de Pelayo
El primer rey asturiano luchó contra los moros porque exigían el doble de los tributos pactados
La Voz de Asturias. 22/01/2012 00:00 / Javier G. Caso Oviedo
Pagar impuestos nunca ha sido algo agradable. Y si en los últimos tiempos la subida impositiva anunciada por Rajoy, y que afectará tanto al IRPF como al IBI, ha generado no poca polémica entre los españoles, en la Alta Edad Media un aumento de la fiscalidad podía provocar hasta conflictos armados.
Ese sería el germen de la rebelión de Pelayo que dio lugar a la batalla de Covadonga: La ruptura por parte de los musulmanes de unos pactos anteriores suscritos con la población local y la imposición de un aumento tributario al que desde Asturias se respondió con las armas. Esta es la tesis que defiende en Acerca de la conquista árabe de Hispania (Ediciones Trea) Felipe Maíllo Salgado, profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Salamanca. El trabajo forma parte de la Bibliotheca Arabo-Romanica et Islamica que dirige desde el Seminario de Estudios Árabo-Islámicos de la Universidad de Oviedo el profesor Juan Carlos Villaverde Amieva.
La tesis de Maíllo contradice a algunas crónicas que vinculan la rebelión de Pelayo con su negativa a aceptar el matrimonio de su hermana Adosinda con Munuza, gobernador musulmán del Norte de Hispania. Según esa leyenda Munuza alejó a Pelayo de Asturias enviándole a Córdoba para tener vía libre y poder casarse con Adosinda. Pero su futuro cuñado nunca aceptó el casorio y acabó alzándose en armas. Sin embargo Maíllo no piensa así.
“Sabemos que Pelayo era un hombre que primero tuvo un cierto acuerdo con los árabes”, advierte este historiador, quien tiene claro que si no se rebeló antes “fue por qué no le interesó”. ¿Y en qué consistió la subida impositiva que llevó a Pelayo a tomar las armas? En un cambio de las reglas del juego entre los pobladores del cuadrante Noroeste peninsular y el invasor musulmán.
“Los territorios del Norte son sometidos mediante pactos que incluyeron una doble fiscalidad”, explica el profesor Maíllo en alusión a un sistema tributario que incluyó impuestos sobre las tierras y sobre las personas. “Ese modelo lo impuso un emir; luego su sucesor decidió exigir el doble de tributos y por eso ocurrió la rebelión de Pelayo”, defiende este arabista salmantino. Hasta ese momento, añade Maíllo, tanto Pelayo “como otros hombres de poder, magnates y obispos, optaron por la solución del pacto, ya que no parece que fuera en principio muy oneroso”.
El episodio de Covadonga A la rebelión pelagiana sucedió la batalla de Covadonga, un episodio que Maíllo no cuestiona. Por dos razones. “Hay demasiadas crónicas árabes que hablan de ello como para no ser cierto”, afirma el autor de Acerca de la conquista árabe de Hispania. Es decir en Covadonga “sucedió algo”.
Además los rebeldes contaban con una ventaja añadida a la hora de garantizarse una salida victoriosa a este combate: la débil posición de los invasores. Según Maíllo, “Asturias no estuvo jamás controlada ni regida por ejércitos beréberes ni árabes”, sencillamente porque “nunca se dio” la ocupación musulmana del cuadrante noroeste peninsular. ¿Por qué? Por su escasez de efectivos y por la propia dureza del territorio. De ahí que Maíllo sitúe la frontera entre Al-Andalus y la tierra de los cristianos en el Sistema Central. El Norte, sostiejne este profesor era “la tierra de los gallegos”, aunque también hay menciones expresas a Asturis (Asturias) Y esta situación propiciaba el éxito de aquel episodio de rebeldía fiscal ya que, según Maíllo, “el pronto vaciamiento de beréberes de esas regiones”, en alusión al Noroeste de la Península Ibérica, “hacía poco factible una respuesta milita, a fin de conseguir el pago del tributo acordado o el aumento del mismo”.
En cuanto al debate acerca de la fecha en la que pudo tener lugar la Batalla de Covadonga, el año 718 o el 722, este profesor de Estudios Árabes e Islámicos opta por la segunda. “Me atengo al 722 porque es cuando se da la doble fiscalidad que acabó por reventarlo todo, opina Maíllo tras advertir que si bien los musulmanes llegaron a Astorga, una de las capitales del Noroeste peninsular allá por el 714, pensar en el 718 como la fecha de la batalla de Covadonga es demasiado temprano. “No da tiempo a que cuaje nada”, comenta en alusión a la ya de por si débil administración musulmana en estos territorios.
Un caudillo visigodo Maíllo también carga contra las tesis indigenistas respecto a Pelayo. “Era visigodo y también los habitantes del reino”, defiende este historiador, para quien el que fuera el primer rey de la monarquía asturiana, en el momento de rebelarse, “era alguien importante” para la población local que lo apoyó en su lucha frente al invasor.
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