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Ositos para perder miedo al médico

La Asociación de Estudiantes de Medicina imparte un taller en el Loyola para que los niños sepan cómo funciona un hospital

27.03.2013 | 02:22

 Los niños y los estudiantes de Medicina, ayer, en el Colegio Loyola.
Los niños y los estudiantes de Medicina, ayer, en el Colegio Loyola. lne

E. VÉLEZ En la improvisada sala de espera del médico del Colegio Loyola dos niños de 5 años se cepillaban los dientes mientras otro compañero miraba con atención una radiografía de cartulina. Una veintena de jóvenes de la Asociación de Estudiantes de Medicina de Asturias (Ifmsa) organizó ayer el primer taller para niños sobre cómo perder el miedo al médico y conocer el funcionamiento interno de cualquier hospital.


Los alumnos de Infantil acudieron a clase con un osito de peluche bajo el brazo, tal y como los habían aconsejado el día anterior. En el aula los esperaban los aspirantes a médico dispuestos a tratar a sus peludos animales de una dolencia imaginaria. Un panda se había roto una pierna, a un primo suyo del Polo Norte le dolía la cabeza y a un oso pardo le ardía el estómago. «A los niños les resulta mucho más fácil aceptar los tratamientos médicos e interiorizar los procedimientos profesionales a través de sus juguetes», explicó Helena Fernández, miembro de Ifmsa.


Los alumnos del Colegio Loyola participaron en el primer taller de estas características que tiene lugar en el Principado. «En Madrid se hace desde hace años e incluso hay lista de espera tanto de los estudiantes de Medicina como de los colegios para participar», señaló Fernández, que a la vez preparaba el instrumental médico que la asociación llevó para la actividad. Una parte fundamental del taller, de hora y media de duración, es que los niños se acostumbren a la presencia de los médicos, bien vestidos con sus tradicionales batas blancas o bien con los pijamas verdes del quirófano.


«A mí me daba miedo ir al médico por si me hacía daño y me ponía a llorar, pero ahora voy a ir con el osito para sentirme mejor». Así de claro lo tenía el pequeño Adrián Vilán en el Colegio Loyola. Junto a él, la niña Silvia Marjo tenía dudas sobre si se lo iba a pasar tan bien en la consulta del hospital como en clase. «Aquí juego mucho cuando estoy en la sala de espera, pero no sé si podré hacer lo mismo cuando esté con el médico de verdad», señaló. La Asociación de Estudiantes de Medicina de Asturias planea repetir la actividad en varios colegios del municipio a lo largo de los próximos meses y estudiar los resultados.

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