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Todos los cambios llevan implícitas incertidumbres y resistencias, pero al final la innovación y el progreso siempre se imponen…

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Nuevo HUCA: barco nuevo, tripulación cansada

El desánimo y la crispación en la plantilla lastran el traslado a La Cadellada

La supresión de las horas extraordinarias de los anestesistas incrementa la suspensión de operaciones

24.11.2013, Pablo ÁLVAREZ, en La Nueva España.

Hace casi 53 años era botado el "buque insignia" de la sanidad regional, el Hospital General de Asturias. El edificio era tan malo que pocos años más tarde ya amenazaba ruina y llegó a estar a punto de derrumbarse. Pero su joven y talentosa tripulación había acometido la singladura con ilusión y ganas de hacer cosas nuevas. Por eso el centro sanitario se convirtió en un referente para todo el país y alcanzó un prestigio que perduró varios lustros. En los próximos meses abrirá sus puertas un nuevo hospital en Oviedo. El barco tiene una factura espléndida -sus promotores aseguran que está concebido para navegar durante un siglo-, pero la tripulación tiene problemas.

La plantilla del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) acomete el traslado al recinto de La Cadellada con escasa motivación. Sostienen que el cambio de sede va a llevarse a cabo sin que esté definido el proyecto de los años venideros. Subrayan que los gestores no están a la altura de las circunstancias. Para más inri, la supresión de las horas extraordinarias provoca que algunos servicios nucleares -singularmente anestesia- denuncien que están pasados de horas en su cómputo anual, lo que ha motivado un creciente volumen de suspensión de operaciones que podría incrementarse en las próximas semanas.

Éstas y otras circunstancias amenazan con mermar muy seriamente el rendimiento de una inversión estratégica de casi 500 millones de euros con la que se aspiraba a cambiar la faz de la sanidad pública asturiana. LA NUEVA ESPAÑA ha testado, consultando a varios profesionales destacados, la situación actual del HUCA y las perspectivas con las que se afronta el cambio de sede. Sobre el papel, el traslado va a desarrollarse a partir del próximo mes de enero y a lo largo de todo el primer semestre de 2014.

Una plantilla envejecida.

Al nuevo HUCA va a llegar una plantilla con una edad media elevada. La cuestión no es baladí. Un ejemplo: "La gente mayor tiene mucho miedo a los cambios informáticos", señala una de las fuentes consultadas. El edificio de La Cadellada ha sido anunciado por los sucesivos gobiernos regionales como "un hospital sin papeles", expresión necesaria y bonita, pero que implica adiestrar en nuevos modos de trabajar y nuevos programas de ordenador a personas que ya no tienen demasiadas ganas de aventuras cibernéticas.

Un antecedente preocupante.

"La implantación del nuevo programa de citaciones ha provocado un cataclismo", coinciden en señalar varios médicos veteranos, que añaden que el recorte de las plantillas de administrativos -con el fin de ajustar gastos- ha empeorado la situación. Las colas de usuarios hablan por sí solas.

Ambiente enrarecido.

La plantilla del Hospital Central sufre desde hace al menos veinte años un complejo de victimismo que el paso del tiempo no ha hecho sino agudizar. Estará más o menos justificado, pero deteriora el clima interno. En la década de los noventa del siglo pasado, la fusión de tres centros sanitarios -Hospital General, Residencia Sanitaria e Instituto Nacional de Silicosis- que dio lugar al HUCA generó choques, desencuentros... Hoy, esa fase parece por fin superada, pero algunos servicios llevan años más dedicados a las trifulcas internas que a la atención de los pacientes. Otros son dirigidos a golpe de correos electrónicos a los médicos que los integran... En ocasiones, las repercusiones sobre los enfermos son inevitables.

Sentimiento de maltrato...

En los últimos tiempos, los cambios laborales -aumento de la jornada de trabajo, supresión de las horas extras con la consiguiente pérdida retributiva...- han provocado un sentimiento de maltrato en muchos profesionales. Con razón o sin ella, claman contra la ingratitud con la que el sistema sanitario les paga los muchos años de servicios prestados. Algo de apariencia tan simple como el recuento de horas trabajadas a lo largo de 2013 se está convirtiendo en motivo frecuente de irritación. "Con el nuevo sistema informático hay médicos que de repente se enteran de que deben 20 ó 24 horas, o sea, tres días de trabajo, y los enfados que se cogen son monumentales", señala un jefe de servicio del HUCA. Este malestar se centra principalmente en los servicios quirúrgicos.

...Y roces internos.

Lo peor de esos malos tragos es que ya no repercuten sólo sobre el afectado, sino que se extienden a su entorno. "En general, el ambiente es malo. El clima general de tensión está generando enfrentamientos entre personas hasta unos niveles que nunca se habían visto", precisa otro jefe de servicio.

Jornadas anuales agotadas.

La supresión de las horas extraordinarias -coloquialmente conocidas como "peonadas- ha causado un fuerte impacto sobre dos servicios esenciales: anestesia y radiodiagnóstico. Los anestesistas llevaban un largo tiempo anunciando que iban a sobrepasar su cómputo anual de jornada de trabajo mucho antes de que concluyese 2013.

Operaciones suspendidas.

Los efectos ya están empezando a notarse, y previsiblemente serán más evidentes en las semanas que restan de año. "Cada vez se suspenden más operaciones. Hay pacientes a los que ya hemos tenido que mandar para casa tres veces", testimonia un cirujano, una aseveración que coincide al pie de la letra con el contenido de diversas quejas de usuarios llegadas a este periódico en los últimos días. Las programaciones de los quirófano se ven alteradas no sólo por la falta de anestesistas, sino también por el retraso de pruebas diagnósticas -resonancias, escáneres...- que en ocasiones son imprescindibles para llevar a cabo las operaciones.

La rectificación de la jornada de los MIR.

Un caso particular lo han protagonizado los médicos residentes. La nueva normativa del Principado limitaba el número de horas que podían trabajar. Es bien sabido que los facultativos en fase de formación sacan adelante un volumen de trabajo muy sustancial. Los gestores sanitarios de la región llevaban meses siendo advertidos por los mandos intermedios de que antes de finales de año agotarían el tope de jornada. Pero la Administración sólo reaccionó cuando el panorama empezó a complicarse seriamente, y el pasado día 14 el Boletín Oficial del Principado (BOPA) publicaba una resolución que amplía la jornada laboral de los residentes.

Críticas a la gestión.

Y los gestores, ¿qué papel desempeñan en esta compleja situación? Los profesionales sanitarios, y especialmente los médicos, nunca han sido muy amigos de elogiar a los directivos de los centros. Este caso no es una excepción. Todo apunta a que la implantación en la sanidad asturiana de la gerencia única -un único gerente en cada área sanitaria para los hospitales y los centros de salud- se le ha atragantado a un monstruo de unos 5.000 trabajadores como es el HUCA.

¿Imposible gobernar el HUCA desde Pumarín?

En síntesis, "este hospital no puede ser dirigido desde Pumarín", indica un jefe de servicio en alusión a que el despacho del gerente del área sanitaria de Oviedo -Jaime Rabanal- está situado en unas dependencias anexas al centro de salud del citado barrio. Los médicos se muestran críticos con lo que consideran una "escasa implicación" de Rabanal, y de su equipo sólo salvan -y no de forma unánime- al director médico, Miguel Rodríguez, un inspector de origen cántabro que se incorporó al Hospital Central a principios del pasado mes de mayo.

Descoordinación gerencia-Sespa.

Otros médicos consultados por LA NUEVA ESPAÑA consideran evidente "la falta de sintonía" entre el equipo directivo del HUCA y los responsables del Servicio de Salud del Principado (Sespa). "La gerencia tiene unas ideas, nos las expone, y al día siguiente se reúne con el Sespa y tiene que rectificar", resumen.

El enigma del nuevo HUCA.

Las críticas a los gestores se traducen en una sensación de falta de liderazgo que, a juicio de muchos médicos, puede lastrar de forma irremisible el traslado al nuevo edificio. Los facultativos incluyen en su valoración negativa al equipo de la Consejería de Sanidad. "Nadie nos ha expuesto el proyecto organizativo del nuevo hospital, cómo se quiere que sea. No creemos que haya un proyecto. Y, si lo hay, nadie nos lo ha comunicado. O a lo mejor no es que no haya ningún proyecto, sino que hay varios, dependiendo de con quién hables, que para el caso es lo mismo", comenta un jefe de servicio.

El contrapunto.

Entre los médicos consultados por este periódico figura un profesional de larga trayectoria que entiende que, siendo real buena parte del diagnóstico expuesto, los profesionales deben cambiar el chip: "Hay que implantar la filosofía de protestar menos y de arrimar el hombro. La situación es difícil y todos debemos autoexigirnos un poco más. El desánimo y el abatimiento son contagiosos. En una situación de crisis como la que estamos, y ante un reto de la dimensión de un cambio de hospital, la actitud de los profesionales sólo puede ser de una mayor generosidad y de estar a lo que toque... dentro de un orden".

El nuevo "buque insignia" de la sanidad asturiana pronto será botado. El tiempo dirá si tanto pesimismo está o no justificado. Si lo que hoy parece una amenaza se convierte en realidad. Si una tripulación cansada logra sobreponerse e ilusionarse con un proyecto vital para los asturianos.

 

Un nuevo Hospital a la puerta con la sanidad en un momento crítico

A mediados de enero, según las últimas previsiones, arranca de manera gradual, con la puesta en marcha de radioterapia, el nuevo Hospital Universitario Central (HUCA) en La Cadellada (Oviedo), veintiséis años después de que fuera propuesta su construcción. Si se suman obra civil, equipamiento, informática y urbanización del entorno, la inversión rondará los quinientos millones de euros, la cuarta más importante de Asturias tras la variante de Pajares, la Autovía del Cantábrico y El Musel. Un lujo para los tiempos de austeridad y penurias que tocan y razón suficiente, por lo que van a desembolsar los asturianos, para evitar que el traslado quede en un mero cambio estético de edificio.

El HUCA aparece como una oportunidad irrepetible en este siglo para acometer una reforma organizativa que optimice la asistencia hospitalaria y para transformar también la sanidad pública regional. Su efecto arrastre es inmenso, no en balde sostenerlo consume un tercio del presupuesto sanitario. La hora de afrontar el reto llega con el sector en estado crítico, en lo económico y por el clima interno. La desmotivación de la plantilla, la indefinición sobre el tipo de hospital que se quiere para Asturias y la falta de liderazgo para conseguirlo comprometen ese salto cualitativo.

Los recortes salariales y la ampliación de la jornada han influido negativamente. El Hospital sufrió una dura huelga médica de tres meses cuyos efectos siguen notándose en el deterioro de las relaciones laborales. La supresión de las horas extraordinarias, las famosas peonadas, ha provocado malestar y desafección en algunas áreas esenciales, como radiodiagnóstico y anestesia. Los pacientes sufren la pugna viendo demorada la solución a sus dolencias.

Algunas decisiones caprichosas durante la etapa del anterior Ejecutivo casquista contribuyeron a agudizar las tensiones. Se prescindió por las bravas de un gerente que conocía muy bien el centro actual, el nuevo y el plan de traslado. Meses más tarde fue designado mejor gestor del año de todo el país. Los socialistas pudieron recuperarlo, pero desistieron, optando por una gerencia única que hace coincidir la responsabilidad del HUCA y de los centros de salud del área ovetense en un mismo cargo. El modelo no acaba de encajar, según los profesionales. La cadena jerárquica está desdibujada. Muchos médicos no saben muy bien quién manda, acentuando el desconcierto en una encrucijada decisiva.

La libre designación para la cobertura de jefaturas ha terminado anulada por el Tribunal Supremo, como era, por otra parte, conveniente cuando alguien abre la puerta a que la fidelidad política y el servilismo cuenten más que el mérito y la capacidad. Hay jefes con autoridad y prestigio y otros que desatan situaciones volcánicas en sus departamentos. Y, por si fuera poco, la inestabilidad también parece alcanzar ahora a la Consejería. A la reciente marcha del "número dos" del Sespa acaba de unirse la dimisión del director general de Innovación, precisamente, la persona encargada dentro de dos meses de abrir las instalaciones de La Cadellada y del proyecto de investigación biosanitaria que va a nacer ligado a ellas. Un serio revés para desarrollar esa pata fundamental de la "especialización inteligente" de la economía asturiana que el consejo asesor de expertos recomendó en su primer dictamen sobre el Principado.

La sanidad no es gratis, una obviedad que los ciudadanos olvidan con demasiada frecuencia. Los usuarios de toda España más satisfechos con su atención médica son los asturianos. Lo reflejan las encuestas incluso ahora, cuando empiezan a notarse algunos síntomas de deterioro. Las colas para pedir una cita con el especialista que pueden verse desde finales del verano remiten a imágenes de países desorganizados y poco serios. Las largas esperas para una operación o una prueba, que amenazan con serlo aún más en una población envejecida y con elevada incidencia de las enfermedades crónicas, resultan inasumibles.

Ese alto grado de satisfacción, no obstante, tiene una base. El Principado, la cuarta autonomía con menor población y la quinta con el presupuesto más bajo, es, en cambio, la sexta que mayor porcentaje de sus recursos destina al sistema sanitario: treinta y cinco euros de cada cien. Siete comunidades con mayor volumen de ingresos están por debajo, entre ellas Cataluña y Andalucía, que multiplican por ocho nuestra capacidad financiera. Si los asturianos reciben unos servicios médicos de calidad es porque los pagan y renuncian a otras cosas para mantenerlos. La atención sanitaria siempre constituyó aquí una gran preocupación desde los tiempos de la Diputación o el centralizado Insalud.

Por eso, enterrar quinientos millones en un cascarón impresionante sólo para ver crecer un barrio de Oviedo y recalificar suelo en otro y para estrenar camas e instrumental de última generación sería desaprovechar la enésima inversión costosísima. Si el ambiente enrarecido envalentona a los entusiastas del "que todo empeore" con vistas a obtener réditos electorales, tampoco nada bueno puede presagiarse. Para desgracia de los ciudadanos, que padecerán las consecuencias doblemente: como usuarios y como contribuyentes. Queda poco tiempo, pero el HUCA, que es tanto como decir la salud de los asturianos, no puede suponer otro fiasco.

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