Blogia
El Blog que te da toda la información para que tu decidas ...

Un trabajo del grupo de Otín avala nuevas estrategias en la lucha frente al cáncer

20140331071246-31.trabajo-grupo.jpg

El hallazgo de un gen que causa leucemias y también genera melanomas hereditarios inclina a buscar terapias centradas en el genoma de cada paciente y no en el tipo de tumor

 Lne. 31.03.2014 | 03:04 

Fotos de la noticia

 De izquierda a derecha, Carlos López Otín, Víctor Quesada y Andrew Ramsay, en el edificio Santiago Gascón de la Universidad de Oviedo. Nacho Orejas 

Pablo ÁLVAREZ Hay avances científicos en los que resulta imprescindible fijar la atención en el bosque más que en los árboles. En este caso, el árbol tiene relevancia: el descubrimiento de un gen responsable del melanoma (cáncer de piel) hereditario. Pero el bosque adquiere unas dimensiones hasta hace poco tiempo impensables: ese mismo gen también está implicado en la leucemia linfática crónica. Conclusión: tumores de muy distintos tipos comparten las mismas mutaciones genéticas, lo que refuerza la idea de que pueden llegar a tratarse con los mismos fármacos.

Dicho de otro modo: cada vez parece más claro que la lucha contra el cáncer no hay que organizarla en función del tipo de tumor -una terapia para el cáncer de pulmón, otra para el de mama...-, sino que el acento debe ponerse en las características del genoma de cada tumor de cada paciente. Ahora se ve aún más claro que la estrategia frente al cáncer debe ser personalizada. De algún modo, dos tumores distintos en una misma persona pueden tener más elementos comunes que un determinado tipo de tumor en dos individuos distintos. Quizá convenga releer este último párrafo: no es, ni mucho menos, un simple juego de palabras.

Todo lo comentado tiene como origen una investigación en la que ha contribuido de forma decisiva el grupo de Carlos López Otín, catedrático de Biología Molecular de la Universidad de Oviedo. El trabajo fue publicado ayer por la revista "Nature Genetics" y es el resultado del esfuerzo de un equipo internacional coordinado por David Adams, del Wellcome Trust Sanger Institute del Reino Unido. La aportación asturiana tiene como protagonistas a Andrew Ramsay, Víctor Quesada y el propio Otín.

El peso de estos últimos aumenta si se considera que las primeras mutaciones tumorales del gen que ahora se ha descubierto alterado en el melanoma habían sido identificadas por Otín y sus colaboradores durante sus estudios del genoma de un tumor muy diferente: la leucemia linfática crónica. Esta observación fue llevada a cabo el año pasado en el marco de los trabajos desarrollados por el consorcio español para el estudio del genoma. Este consorcio forma parte, a su vez, de un proyecto colaborativo de científicos de múltiples países que pretende secuenciar los genomas de los tipos de cáncer con mayor incidencia a nivel mundial. En este proyecto el grupo español tiene asignado el genoma de la leucemia linfática crónica, el tipo de leucemia más frecuente en los países occidentales.

El gen mutado en los dos tipos de tumor citados se denomina POT1 y está implicado en la protección de los telómeros (extremos de los cromosomas). "Estos resultados apuntan, una vez más, a que en el futuro los tumores se tratarán dependiendo fundamentalmente de los cambios genéticos que presenten y no tanto del tejido en el que se originen", explica Carlos López Otín. A juicio del catedrático de la Universidad de Oviedo, este hallazgo "refuerza el enorme valor de los proyectos de estudio de los genomas del cáncer para identificar genes cuya implicación en el cáncer era hasta ahora desconocida y cuyas mutaciones pueden contribuir al desarrollo de tumores tan distintos como el melanoma y la leucemia".

La investigación desvelada ayer ya había sido comentada por Otín -sin dar detalle alguno, como exige el protocolo de este tipo de investigaciones- durante una intervención en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, el pasado 4 de febrero. Su objeto central de estudio es el melanoma cutáneo maligno. Más concretamente, las formas hereditarias de esta enfermedad. Este tipo de tumor es muy agresivo y tiene una gran importancia clínica en países con exposición solar intensa.

Se da la circunstancia de que Andrew Ramsay, uno de los miembros del grupo del catedrático asturiano y coprimer firmante del artículo, es originario de Brisbane (Australia). "En mi país el melanoma tiene un interés enorme, es el cáncer de mayor mortalidad, porque somos una población de ascendencia europea, de piel clara y con una exposición al sol muy alta, en una latitud en la que la capa de ozono es muy fina", señala Ramsay.

El estudio fue realizado en numerosas familias con melanoma hereditario. "Los individuos de una cierta familia que tienen esta variante en el gen POT1 suelen desarrollar el melanoma, y los individuos de la misma familia que no tienen esta variante no lo desarrollan", subraya Víctor Quesada, quien añade que, tras las conclusiones obtenidas en esta investigación, "POT1 se convierte ya no sólo en un factor de posible intervención terapéutica, sino también de diagnóstico temprano e incluso en un factor preventivo". Obviamente, en un cáncer cutáneo el conocimiento de esta información puede implicar directamente la recomendación de no exponerse al sol bajo ningún concepto.

Carlos López Otín abunda en esta misma idea al subrayar que este descubrimiento "tiene implicaciones clínicas inmediatas, al permitir el diagnóstico precoz de la susceptibilidad individual al desarrollo del melanoma hereditario".

Andrew J. Ramsay, el gigante australiano enamorado del cachopo

 Lne. 31.03.2014 | 01:46 Oviedo, P. Á. 

 Hace cinco años una mole de dos metros de altura llegó al laboratorio de Carlos López Otín, ubicado en el edificio Santiago Gascón de la Universidad de Oviedo. Se trataba de Andrew J. Ramsay, australiano de Brisbane, quien había elegido Asturias para una estancia posdoctoral. Ramsay ofrecía una notable experiencia en caracterización bioquímica y funcional. Por eso encajó como un guante con Víctor Quesada, uno de los miembros veteranos del grupo de Otín, quien a sus conocimientos de bioquímica suma un bagaje importante en el campo de la informática aplicada a la biología.

"La información va en un doble sentido: de la bioinformática a la bioquímica, y vuelta. La ventaja de nuestro laboratorio es que parte del conocimiento de la biología; luego, los requerimientos de informática vamos aprendiéndolos a medida que nos surgen las necesidades", explica Quesada, nacido en Gijón y crecido en Piloña.

Pero estábamos con Ramsay. En estos cinco años ha constatado que "este laboratorio es de primer nivel internacional", subraya. Su referencia es Australia, un país en el que la ciencia "ha alcanzado cotas altas si se tiene en cuenta el bajo número de habitantes".

Por lo demás, de España y Asturias le ha sorprendido "su ritmo de vida relativamente lento, relajado, seguro". ¿Y la gente? "Trabaja duro, es auténtica y abierta, y se mantiene cohesionada". Hay elementos que contrastan con los de su patria. "Aquí el cambio social y cultural es muy lento, quizá porque el peso de la historia es grande; en cambio, en Australia el cambio es mucho más rápido, porque somos un país joven y sin apenas tradiciones fijas". No oculta Andrew J. Ramsay su pasión por la gastronomía asturiana, "especialmente el cachopo". Y también por los paisajes, "sobre todo cuando el tiempo es bueno, cosa que no suele ocurrir". En este epígrafe destaca las playas y los Picos de Europa. Se confiesa un enamorado del surf. "No he podido practicarlo tanto como hubiera querido, pero hay buenas olas, mucho mejores de lo que me esperaba". Le sorprende que el Principado "no intente ser un destino turístico para surferos". "Si se promocionara un poquito, seguro que al menos vendrían muchos australianos", apostilla.

A sus 35 años, Andrew J. Ramsay inicia una nueva etapa vital y profesional. Mañana, martes, viaja a Londres para incorporarse a una empresa de biotecnología, especializada, entre otros campos, en los test tumorales.

El equipo de López Otín descubre un nuevo gen responsable del melanoma hereditario

0 comentarios