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OPINION

Carta a Cristina Cifuentes

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29mar 2014

 A la atención de la Señora Cristina Cifuentes, Delegada del Gobierno en la Comunidad Autónoma de Madrid.

Mi nombre es Carlos Huerga Morcillo, con DNI 5XXXXXX0-S.

Nací y resido en Madrid. Trabajo en la industria y, aparte de ciudadano, soy lo que se podría decir un “ser político”: colaboro en la paralización de desahucios, en los distintos movimientos de defensa de servicios públicos y tengo afinidades políticas, al igual que usted y mucha otra gente. Sin embargo, esta carta se la escribo desde una faceta que estrené hace cinco meses: la de padre...(leer mas)

Lo público y lo privado

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Es alarmante, muy alarmante, que quienes gobiernan el país sean tan blandos en la defensa de lo público.

Víctor Moreno Escritor y profesor

nuevatribuna.es | 23 Febrero 2014 - 09:52 h.

O, para ser más precisos, de lo público que tiene como finalidad incidir en la mejora del bienestar de los ciudadanos sin exclusión por razones de su sexo, edad y religión. Porque hay dinero público que se invierte en cierta esfera privada confesional y que jamás se cuestiona cuando suenan los maitines de recortar presupuestos, subvenciones y ayudas. Estas menguas económicas solo se plantean y se ejecutan en el ámbito de las necesidades públicas generales...(leer más)

La reforma laboral alienta la deslocalización, afirman los expertos

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Los economistas alertan de que el precio de la energía es un riesgo para Asturias

 Lne. 23.02.2014 | 03:09 

 La reforma laboral alienta la deslocalización, afirman los expertos Fotos de la noticia

Oviedo, José Luis SALINAS La caída del negocio por la crisis, el excesivo coste de la electricidad, la pérdida de subvenciones y, sobre todo, los cambios normativos que trajo reforma laboral son los principales factores de riesgo para el cierre o deslocalización de multinacionales en Asturias, según los especialistas. Es la opinión compartida por dos docentes de la Universidad de Oviedo: Andrea Martínez Noya, profesora de Organización de Empresas, y María González, del departamento de Sociología, que han estudiado el proceder de las empresas transnacionales.

Sobre los dos casos más recientes de cierres que se están viviendo en la región, los principales diagnósticos son los siguientes: Coca-Cola quiere clausurar la planta de Colloto en busca de más beneficios, y en Tenneco, la sentencia judicial que acaba de anular los despidos servirá, según las economistas citadas, para que los empleados ganen tiempo, pero no evitará la clausura.

"El factor desencadenante de que en estos últimos dos años algunas multinacionales hayan decidido hacer las maletas es la reforma laboral; ese cambio normativo ha facilitado el cierre de empresas porque ha abaratado el proceso de deslocalización", señala Andrea Martínez Noya. Y añade: "La reforma sido el empujón final para que estas empresas hayan visto rentable su marcha en su análisis coste-beneficio ".

La socióloga María González asegura también que la regulación laboral está jugando un papel clave en la deslocalización de las grandes compañías, y pone el acento en que los cierres no tienen tanto que ver con la crisis. "El hecho de que la situación económica esté mejorando hace que las grandes empresas quieran ahora posicionarse y busquen la mejor manera de competir rebajando costes", señaló. González matiza: "En Asturias no hay una marcha generalizada".

La docente asturiana participó en un trabajo en el que se analiza la calidad del empleo de las multinacionales y su relación con el Gobierno regional. A su entender, el Principado ha creado en Asturias un buen caldo de cultivo para la atracción de estas compañías. "Aquí se está haciendo bien las cosas; hay una buena política para conseguir que se instalen compañías y también hay medidas para que se queden; es lo que en términos anglosajones se conoce como "aftercare" (cuidados posteriores)".

Ambas investigadoras consideran que la decisión de Coca-Cola de cerrar su planta de Colloto (Siero) parece poco "razonable". En opinión de Andrea Martínez Noya, tal decisión "es contraria a las políticas sociales" de la compañía. María González puntualiza que la clausura responde a una lógica de los accionistas, "que quieren más y más beneficios". Para la socióloga asturiana, movilizaciones como el boicot que promueven los trabajadores "suelen ser bastante efectivos, sobre todo en marcas tan sensibles y que llegan directamente al consumidor final".

En la misma línea, Martínez Noya opina: "Es increíble como se han solidarizado todas las regiones afectadas con los empleados, la decisión de los cierres le está pasando factura a la marca". No obstante, la profesora asegura que esa crisis de la marca "será pasajera". "Coca-Cola tiene tanto poder de mercado, control de los canales de distribución y arraigo que seguirá siendo consumida y, al final, volverá a sus cuotas de mercado originales", asegura.

Historia diferente es la de Tenneco, que también pretende cesar su actividad en Gijón. La expertas aseguran que la reciente sentencia judicial que obliga a la compañía a readmitir a los trabajadores puede ser un arma de doble filo. "La sentencia no me parece esperanzadora ni para este caso ni para otros", opina Martínez Noya. Y remarca: "Al final se negociarán unas condiciones más favorables de indemnización para acogerse a la ley y se acabará cerrando la planta". María González cree que la decisión judicial "puede dificultar la atracción de otras multinacionales porque lleguen a pensar que de Asturias es difícil salir".

Sanidad pública... y eficiente

La presión privatizadora aviva el debate sobre cómo mejorar el sistema sanitario

¿Deben ser funcionarios los médicos?

Los expertos piden despolitizar la gestión y alertan de los incentivos

Intervención quirúrgica en el hospital público de La Princesa de Madrid. / ULY MARTÍN

La gestión privada de la sanidad es más eficiente que la pública. Esta dudosa premisa —no hay ningún estudio científico serio que corrobore la tesis—, junto al argumento, entre otros, de que la mejora del sistema público es un reto hercúleo del que es imposible no salir trasquilado han cimentado ideológicamente una ofensiva destinada a entregar porciones de la sanidad pública española a empresas privadas.

El mensaje podría ser: no merece la pena gastar energías en la sanidad pública, despiecémosla y busquemos empresas para que apliquen fórmulas de gestión privada. Unas compañías que, lícitamente, tratarán de obtener beneficios económicos. Y que han protagonizado destacados casos de puertas giratorias, que es como se conoce al tránsito del sector público al privado de directivos que pasan de vigilar a las concesionarias a trabajar para ellas.

El mayor ejemplo de esta estrategia es la Comunidad Valenciana, una Administración muy corta de músculo financiero para la que sin duda es un aliciente que sea la concesionaria quien corra con las inversiones en nuevas infraestructuras. Pero no han sido ajenas a esta filosofía Castilla-La Mancha o Madrid, cuyo Gobierno ha tenido que renunciar recientemente a sus planes ante la fuerte oposición desatada en contra de la externalización de la gestión de seis hospitales y una veintena de centros de salud.

Los últimos Gobiernos se han mostrado remisos a reformar la sanidad pública —nada que ver con los recortes y copagos teledirigidos desde Bruselas e impuestos para cuadrar el déficit público—, pero también es cierto que palabras como eficiencia, optimización de recursos, incentivos, buen gobierno o transparencia, no tienen por qué ser ajenas al vocabulario de la gestión pública, como destacan los especialistas consultados por EL PAÍS.

El sistema estatutario da independencia

Marciano Sánchez Bayle es portavoz de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública

Un punto de partida es el concepto de buen gobierno que, como apunta la Asociación de Economía de la Salud en el documento Sistema Nacional de Salud: diagnóstico y propuestas de avance, “va mucho más allá del cumplimiento de las leyes, obtener buenos resultados, ausencia de corrupción, mala gestión o nepotismo”. También exige que “el proceso de toma de decisiones responda a un conjunto de reglas consensuadas de participación democrática, transparencia, responsabilidad, rendición de cuentas y obediencia a códigos de conducta”.

Esta definición, que puede sonar a un catálogo de buenas intenciones, no resulta tan teórica como pudiera parecer. Por ejemplo, a la hora de ofrecer recetas para modificar el, para algunos, rígido régimen estatutario, uno de los aspectos más polémicos relacionados con la modernización de la sanidad pública cuando se plantea la posibilidad de acabar con el médico o enfermera funcionario.

¿Es necesario que los médicos sean funcionarios? ¿Por qué no puede el servicio de un hospital público seleccionar directamente el perfil de profesional que se ajusta a sus necesidades y tener que recurrir a las ofertas de empleo público (OPE)?

Para Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, no es preciso tocar la situación actual. “El sistema estatutario da independencia a los profesionales, los protege, como a los jueces, de injerencias externas y les permite ser agentes de la salud de sus pacientes, al margen de presiones”.

Quizás haya margen de actuación dentro del propio estatuto marco del personal de los servicios sanitarios para desarrollar un sistema más flexible, como comenta José Manuel Repullo, jefe del Departamento de Planificación y Economía de la Salud de la Escuela Nacional de Sanidad, que también destaca que “hay que profesionalizar y desfuncionarizar”. O quizás no tenga sentido la figura actual. “Un médico no necesita ser funcionario ni estatutario, lo que necesita es saber de medicina”, sostiene Salvador Peiró, responsable de Investigación en Servicios de Salud del Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP) de la Generalitat Valenciana. La funcionarización solo tendría sentido en determinados cuerpos de la Administración, como en la judicatura o las fuerzas de seguridad del Estado, añade Juan Oliva, expresidente de la Asociación de Economía de la Salud (AES).

La elección del gerente debería ser ajena a la política

Juan Oliva es expresidente de la Asociación de Economistas de la Salud

Un sistema rígido como el de la funcionarización (horarios, retribuciones) organizado en torno a OPE para acceder a plazas fijas dificulta algo tan aparentemente sencillo como la posibilidad de cubrir las necesidades de los hospitales con los perfiles profesionales que precisa. “Quizás el jefe del servicio necesita un facultativo especializado en poner stent [tubos metálicos que evitan el bloqueo de las arterias] o un cardiólogo internista y en la OPE el que más puntos tiene y elige la plaza es una persona que sabe de insuficiencia cardiaca, pero no lo que necesita el hospital”, dice Peiró.

¿Se podría eliminar el sistema de OPE y la condición de estatutario? ¿Se podría generalizar el contrato laboral no funcionario?

Esto acabaría en contrataciones arbitrarias, para Sánchez Bayle. “Yo, que ya soy mayor, viví los concursos descentralizados y entonces la plaza iba para el sobrino del jefe de servicio”, explica.

Hay quien no opina lo mismo. “Es complicado”, indica Joan Barrubés, director asociado del máster de gestión sanitaria de la escuela de negocios Esade. “Ser funcionario blinda a los profesionales de los avatares políticos, pero no estamos hablando de la Administración del Estado, sino de un servicio [el sanitario] y aquí necesitas muy buenos profesionales, elegir a los mejores y motivarlos para que no se vayan”.

Las retribuciones variables rondan el 20% en la gestión privada

Pero no todo valdría. Para Peiró, no hay duda de que el médico “debe de defender los intereses de la persona que atiende y no de quien le paga o de terceros”. Por eso, se podrían introducir mecanismos que permitieran a los facultativos gozar de algún blindaje frente a presiones externas similar al actual, según este especialista en gestión sanitaria.

Oliva profundiza en esta idea. “Los médicos han contado con estabilidad a cambio de renunciar a salario; seguro que muchos profesionales accederían a modificar su estatus por un sistema de incentivos y promoción que les permita más autonomía para alcanzar sus objetivos”, apunta. “Las reglas de juego se pueden cambiar, pero a través de una negociación en la que participen todas las partes y derive en un sistema de garantías justo y objetivable para premiar el mérito”.

No solo eso. No tiene ningún sentido centrar el foco solo en los profesionales. Si se retirara la condición de funcionario, se debería cambiar también el método de selección de los gerentes y directivos de los centros y departamentos de salud que —al contrario de lo que sucede con los médicos— no son sometidos a ningún proceso de selección. “La elección del gerente de un hospital debería de responder a los mismos principios que el resto de profesionales: tener en cuenta el mérito, su formación y experiencia, en un proceso de concurrencia abierta, evaluados por un tribunal imparcial; no por afinidades personales o con un determinado partido político”, indica Oliva. Ello evitaría trato de favor si las contrataciones las hiciera directamente el hospital. “Habría que empezar por aquí”, añade el expresidente de la AES.

Los incentivos son otro de los lugares comunes en la comparación entre la gestión pública y la privada. En el segundo caso, la retribución variable vinculada al cumplimiento de objetivos (en torno al 20% del salario total) es muy superior a la de los trabajadores de la red pública, (poco más del 5% en el caso de los centros de la Generalitat valenciana). ¿Tendría sentido incrementar el porcentaje variable de los trabajadores públicos? Quizás no bajo las fórmulas que se usan actualmente para medir el rendimiento de los empleados. “Tras una experiencia de muchos años en Reino Unido, vincular los incentivos a una larga lista de indicadores de gestión en asistencia primaria ha cosechado un gran fracaso”, comenta Repullo.

Hay centros con tasas de cesárea del 35%, pero el ciudadano lo desconoce

No es fácil vincular la calidad a indicadores cuantitativos. Peiró pone el ejemplo de lo que sucedió con las pautas que se trasladaron a los médicos de primaria de un sistema sanitario autonómico respecto a la tensión arterial de sus pacientes. El criterio que se fijó para premiar a los profesionales era mantener a los hipertensos en valores por debajo de 140 / 90 milímetros de mercurio (mm/Hg). “Esto puede hacer que los médicos centren sus esfuerzos en los que están más sanos, porque es más fácil bajar a 140 a una persona que está en 145 que a quien está en 180, a los que por más pastillas que des no los controlas” indica Peiró. “Así se centra la atención en el bajo riesgo y olvidamos el alto riesgo”, añade. Tampoco se debe primar por número de actos clínicos. “El primer principio de administración sanitaria es no pagar por acto como tampoco hay que pagar al bombero por cada fuego que apaga”, advierte Repullo. “Hay muchos peligros con los incentivos y se pervierten con mucha facilidad”, añade Sánchez Bayle.

Los indicadores que se seleccionen “deben ser lo suficientemente amplios para cubrir toda la actividad asistencial y servir para orientar la organización sanitaria”, explica Peiró. Para Oliva, los incentivos o la promoción profesional en la red pública deberían estar en relación con el esfuerzo y la calidad del profesional, pero también es partidario de establecer premios vinculados a fórmulas de mayor autonomía en la gestión de los equipos clínicos.

“Hay políticas que se establecen desde el nivel macro (precio del medicamento, arquitectura del sistema) y otras de ajuste fino, gestión clínica, que solo se pueden conseguir con el liderazgo y el apoyo de los profesionales; pero para ello hay que facilitar su labor y reforzar su sentimiento de pertenencia al sistema. Esto se puede perseguir con los incentivos apropiados; monetarios, puede ser, pero, especialmente, no monetarios que premien la calidad del desempeño de la labor profesional”, indica Oliva.

Otro aspecto esencial del buen gobierno es la transparencia en la gestión. Y ahí, la sanidad pública española tiene mucho camino por delante. De nuevo, se trata de un requisito con implicaciones mucho más concretas de lo que aparentemente pueda implicar este compromiso genérico. No es un fin en sí mismo, sino un instrumento de mejora asistencial.

Hay hospitales que arrojan tasas de cesáreas superiores a las recomendaciones de la OMS. Y lo hacen año tras año, sin que los gerentes de estos centros puedan o quieran remediarlo. Mientras la OMS recomienda no superar el 10% o 15%, hay centros públicos instalados en tasas superiores al 35%, con picos anuales del 40%. Otros, sin embargo, se mantienen en un 20% o incluso por debajo, a pesar de depender de una misma administración sanitaria.

No es fácil vincular la calidad asistencial a indicadores cuantitativos

Estos datos muestran enormes variaciones en la práctica médica que no son del dominio público, con contadas excepciones. Si lo fueran, probablemente los pacientes tratarían de evitar ser atendidos en centros con peores resultados. Pero, además, los centros con datos menos favorables se verían más exigidos y tratarían de mejorar sus cifras. “Si eres evaluado, pones más empeño en acercarte a los resultados de los mejores, comparas, quieres saber por qué los otros tienen mejores indicadores”, comenta Oliva.

La comunidad que más ha avanzado en este sentido es Cataluña, que difunde sus datos en una plataforma abierta: el Observatorio del Sistema de Salud.

Más allá de estas cuestiones, los especialistas plantean otras reflexiones. Por ejemplo, el desafío que representa el incremento de pacientes crónicos y la necesidad de coordinar los sistemas sanitarios con la dependencia, como destaca Oliva. “Estas cuestiones serán clave en el futuro, pero no podemos retrasar por más tiempo estas políticas”.

Hay que dejar a un lado el debate político e ideológico

Joan Barrubés es director asociado del máster de gestión sanitaria de la escuela de negocios Esade

O la inviabilidad de una red sanitaria integrada solo por hospitales bajo gestión privada. Repullo destaca que este modelo solo se ha aplicado, tanto en la Comunidad Valenciana —en este caso en departamentos de salud enteros— como en Madrid en lo que él llama lanchas rápidas, es decir, centros comarcales de dimensiones pequeñas o medias, que no tratan procesos de alta complejidad e integrados por plantillas jóvenes. Cuestión distinta es lo que el profesor de la Escuela Nacional de Salud denomina transatlánticos. Es decir, los grandes hospitales terciarios que concentran las patologías más delicadas, la docencia y la investigación, de los que difícilmente se podría obtener la rentabilidad económica a la que aspiran las empresas concesionarias de la gestión privada.

Repullo también destaca la importancia que podría tener el impulso a la gestión clínica, la agrupación de especialidades clásicas, unas experiencias que ya se aplican en centros como el hospital Clínic de Barcelona o el Virgen del Rocío en Sevilla, como forma de “exprimir la potencialidad de la gestión pública” y ceder competencias de autogestión a los profesionales, “aunque es difícil de hacer si estas competencias no las tiene el hospital”, añade.

La crisis no pone las cosas fáciles. Tampoco los recelos levantados por los movimientos privatizadores entre el personal sanitario. “Se ha maltratado a los profesionales y la gente está de uñas”, admite Repullo. “Quizás ahora sea el peor de los momentos, pero cuanto más tiempo pase, también será peor”, añade.

Para Joan Barrubés, que también dirige la consultora de salud Antares, las reformas son posibles. “Seguro que sí, en otros países lo han hecho”. Aunque, comenta, es un proceso que “requiere un planteamiento a largo plazo y dejar a un lado el debate político e ideológico para conseguir un acuerdo de mínimos, algo que cuesta mucho”.

Una forma de comenzar podría ser introducir fórmulas colegiadas en la dirección de los hospitales. Se trataría de “despolitizar” el sistema y “crear modelos en los que no sea tan fácil que los políticos estén al frente de las decisiones técnicas”, indica Repullo. El sistema británico de salud ha desarrollado este tipo de estructuras, como los hospital governing board, donde representantes sociales y del Ministerio de Sanidad a partes iguales nombran y destituyen al gerente; y responden de la gestión frente al Gobierno.

 

Gasto moderado, alta esperanza de vida

El gasto sanitario público por habitante en España es de 2.244 euros (datos de 2011). En una lista de 34 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico ocupa el vigésimo lugar (la media es de 2.414 y el primero es EE UU con 4.066). Pese a ello, España ocupa la cuarta posición en la clasificación relativa a la esperanza de vida, solo superado por Suiza, Japón e Italia.

A pesar de destinar por persona menos dinero para sanidad que la media de los países que forman parte de la OCDE, el gasto público en farmacia en España es de los más altos. Respecto al PIB representa un 1,2%, por encima de la media de los países más desarrollados, que es del 0,8%. Es una tasa similar a la de Alemania o Irlanda; menor que la de Grecia (1,9%) y muy superior a Noruega (0,3%).

En número de camas por 100.000 habitantes, España está a la cola, con 3,18; frente a la media de 4,96 en la OCDE. En cabeza está Japón (13,40) y Corea del Sur (9,56).

Los datos de la OCDE indican que un especialista de la red pública española cobra 2,3 veces el sueldo medio del país, frente a las tres veces más que cobran los holandeses, 2,8 en Alemania o 2,2 en Francia, respecto a sus sueldos medios.

Buen comentario de Ignacio Escolar…

 

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Gana la 'marea blanca', pierde Ignacio González

No basta con la dimisión de Lasquetty, es el presidente de la Comunidad de Madrid quien tiene que dimitir

Por Ignacio Escolar, en eldiario.es

“Eurovegas y la candidatura olímpica son el mejor ejemplo del gran futuro que tiene la @ComunidadMadrid

— Ignacio González (@igonzalezPP) marzo 19, 2013”

 

El presidente por herencia de la Comunidad de Madrid hipotecó su liderazgo político en tres grandes proyectos: Eurovegas, la candidatura olímpica y la privatización de la sanidad. Las tres apuestas fallaron y ahora Ignacio González está políticamente desahuciado. No basta con entregar la cabeza del consejero de Sanidad. Es el propio presidente quien tiene que dimitir. ¿O es que acaso González pretende hacernos creer que ese plan privatizador que han tumbado la justicia y la movilización social era una iniciativa personal del consejero Lasquetty en la que él no tenía nada que ver?

 

La 'marea blanca' no sólo ha triunfado por ser constante, imaginativa y estar bien organizada. Los profesionales de la sanidad pública madrileña han ganado porque tenían razón, y porque han sido capaces de convencer a la gran mayoría de los ciudadanos de que la privatización era un error. Desde el PP se intentó manipular la movilización, presentando las protestas como una rabieta política; como si los médicos fuesen un colectivo de larga tradición antisistema.

 

González ha dado marcha atrás no sólo por la nueva decisión judicial, que únicamente retrasaba la privatización sin bloquearla del todo. También se rinde porque hasta él se da cuenta de que delante no sólo tenía a los jueces del Tribunal Superior de Justicia, sino también a la gran mayoría de los madrileños, incluido un sector importante de los votantes del PP.

 

La privatización de la sanidad que Ignacio González apadrinó es un proyecto que ni siquiera aparecía en el programa electoral del PP. Era una estafa a los ciudadanos porque partía de falsas premisas, como que el coste de nuestra sanidad es inasumible, y porque las consecuencias de una decisión así trascendían, con mucho, el mandato legislativo de cuatro años con el que contaba el PP.

 

Como tantas otras veces, la privatización pretendía solucionar un problema imaginario. ¿Qué necesidad hay de "arreglar" un modelo de sanidad público que está entre los más baratos y eficientes del mundo? Sólo uno: dar negocio a esas empresas amigas que, casualmente, tan bien se llevan después con los exconsejeros de Sanidad.

 

Sólo queda una duda: y Lasquetty, ¿por qué empresa del sector sanitario fichará?

 

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Alerta de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios…

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Sanidad aconseja suspender el uso de un fármaco contra la osteoporosis

26.01.2014 – REDACCIÓN, GIJÓN.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), dependiente del Ministerio de Sanidad, recomienda a los profesionales sanitarios no iniciar nuevos tratamientos y evaluar los actualmente en curso con ranelato de estroncio -comercializado por Servier como Protelos y por Rovi como Osseor- para tratar la osteoporosis.

El consejo se produce tras conocerse el informe del comité para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia europeo, organismo dependiente de la Agencia Europea del Medicamento, que tras revisar del balance beneficio-riesgo ha concluido que es desfavorable, por lo que ha recomendado la suspensión de la autorización de comercialización. La venta de Protelos y Osseor está autorizada mediante un procedimiento de registro centralizado europeo, por lo que su suspensión requerirá ahora de varios trámites que tardarán aún unos meses.

La licencia se otorgó en su día, pero con el paso del tiempo se han reconocido riesgos que en su momento no se percibieron. En abril de 2013, una evaluación periódica reveló un mayor riesgo de infarto de miocardio en pacientes tratados con ranelato de estroncio, lo que ya desembocó en un primer aviso para aplicar el fármaco con restricciones en tanto se revisaban sus bondades.

Las pruebas determinaron que el compuesto aumenta el riesgo cardiovascular, con 4 casos cardiacos graves añadidos cada 1.000 pacientes. La eficacia en la prevención de fracturas graves es además limitada. Estas conclusiones se han obtenido con un ensayo clínico con 3.803 pacientes tratados con ranelato y 3.769 con placebo.

VER LA NOTA EN LA WEB DE LA AEMPS

Buena y oportuna reflexión…

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¿Quiénes son los violentos y antidemocráticos?

Por Vicenç Navarro, Catedrático de Ciencias Políticas y  Públicas. Universidad Pompeu Fabra

Acabamos de ver como los vecinos del barrio de Gamonal, Burgos, abandonados por las autoridades públicas (que, según la narrativa democrática existente hoy en España, los representan), decidieron rebelarse y responder con contundencia y persistencia, a través de actos de resistencia y oposición (que incluían también actos de desobediencia civil), a políticas que se estaban imponiendo a la población, y que carecían de mandato popular para aplicarlas. Dichas manifestaciones alarmaron a los establishments políticos y mediáticos del país por su posible contagio a otras partes del paisaje urbano español. Lo que ha pasado en Gamonal ha sido una réplica a nivel local de lo que ocurre hoy a nivel del Estado. Unos políticos conservadores (ultraconservadores en el panorama político europeo) que, según la narrativa oficial de la limitadísima democracia española, son “representantes del pueblo”, con claras conexiones con intereses económicos y financieros, estaban imponiendo una serie de políticas públicas que no habían sido anunciadas en su campaña electoral, con el objetivo de optimizar sus intereses y beneficios, a costa de la población que en teoría representan. Y ayudándolos en el desarrollo de estas políticas estaban los medios de información y persuasión, controlados por ese complejo político-económico-financiero. Esto es lo que ocurre en España y esto es lo que ocurre en el barrio de Gamonal.

De ahí el gran temor que aquel complejo tenía de que las protestas populares se extendieran rápidamente a otros lugares de España. El grado de deslegitimación de las llamadas “autoridades representativas” (la gran mayoría de españoles está de acuerdo con el eslogan del movimiento 15-M de que “no nos representan”), así como el nivel de enfado y hartazgo de la población, y muy en especial de las clases populares, hacia la limitadísima democracia existente, es tal que hay un temor de explosión social entre esas autoridades, que inmediatamente se movilizaron para evitar que aquella experiencia se exportara a otras partes del territorio español. En realidad, es interesante notar que inmediatamente después de las cargas policiales en Burgos hubo movilizaciones en muchos barrios populares de otros centros urbanos, en solidaridad con los ciudadanos del bario de Gamonal. Aquí en Barcelona, vecinos de uno de los barrios más populares de la ciudad, el Raval, se manifestaron en la calle en apoyo de los ciudadanos del barrio de Gamonal de Burgos. Catalanes salieron a la calle en apoyo de castellanos, en un acto de solidaridad y hermandad que no debería pasar desapercibido en un periodo en el que las estructuras de poder, agitando banderas, quieren dividir a las clases populares.

Una respuesta predecible del establishment político del Partido Popular y de su gobierno –el más ultraconservador que haya existido en España durante el periodo democrático- fue el de acusar a los vecinos del barrio de violentos e irrespetuosos con el proceso democrático, intentando demonizarlos. Las declaraciones de dirigentes del PP y de medios próximos han sido unánimes, definiéndolos como violentos y antidemocráticos, acusaciones profundamente injustas, pues, en realidad, estos vecinos estaban defendiendo la democracia, exigiendo a una estructura política, instrumentalizada por poderes económicos, que sus representantes dejaran de llevar a cabo las políticas urbanísticas para las cuales carecían de mandato, una situación que, a otro nivel, está también haciendo el gobierno Rajoy. Los ciudadanos tenían todo el derecho democrático, incluso el de desobedecer leyes antidemocráticas, a conseguir que se respetara la voluntad popular.

 

El barrio de Gamonal y el aniversario de Martin Luther King

Este pasado miércoles fue precisamente el aniversario del nacimiento de Martin Luther King (que tendría hoy 85 años), el dirigente del movimiento pro derechos civiles y humanos (aniversario que es fiesta nacional en EEUU). Fue Martin Luther King el que indicó que los responsable de la violencia que tuvo lugar en los barrios pobres de las mayores ciudades de EEUU, movilizaciones que se convirtieron en violentas en los barrios excluidos de aquellos centros urbanos en los años sesenta, eran aquellos que sostenían y se beneficiaban de las situaciones de explotación responsables de su pobreza. Una dimensión desconocida de Martin Luther King, entre muchas otras (ver mi artículo “Lo que no se dijo sobre Martin Luther King”. Publico, 03.09.13 y El Plural, 09.09.13), fue su denuncia de esa violencia institucional detrás de la cual había personas y grupos de poder que eran los responsables de tanta violencia. Lo que dijo Martin Luther King en aquella ocasión podría aplicarse palabra por palabra al caso Gamonal de Burgos. Martin Luther King creía que era urgente y necesario terminar con aquella explotación, con la radical transformación del orden económico, que corrompía la democracia, considerando necesaria una revolución pacífica para terminar con dicho orden. Martin Luther King nunca pidió disculpas por las rebeliones que ocurrieron en los veranos de 1966 y 1967 (que se llaman “riots” en EEUU), que alarmaron a la estructura de poder de aquel país. Y denunció como instituciones violentas no solo a aquellas que imponían sus decisiones a la fuerza, violentamente (fueran estas en Misisipi o en Burgos), sino también a las estructuras económicas y sociales que generaban explotación, y que se reproducían a base de fuerza. Y su denuncia no era solo sobre la explotación de raza, sino también de clase social.

Martin Luther King subrayó el deber democrático de desobedecer aquellas estructuras de poder que obstaculizan el pleno desarrollo democrático. Como indicó en muchas ocasiones, democracia quiere decir que cada ciudadano tiene la misma capacidad de decisión en la gobernanza de un país, cosa que raramente ocurre en las democracias occidentales, donde las leyes y los procesos electorales raramente respetan este principio básico. Hoy en España, un gobierno elegido por menos de un tercio del electorado está llevando a cabo reformas (en realidad contrarreformas) como la ley del aborto, o la reforma laboral, o los recortes de gasto público, a las que la gran mayoría de la población se opone, violando con ello el principio fundamental de que el gobierno tiene que hacer lo que el pueblo desea. Como repitió Martin Luther King, la Constitución de EEUU comienza con la espléndida frase “Nosotros, el pueblo, decidimos…” (We, the people, decide…), que es violada constantemente y diariamente por los intereses financieros y económicos que dominan las instituciones políticas. Y lo mismo ocurre en España. De ahí la necesidad de salir a la calle y forzar una revolución democrática en nuestro país.

Ciertamente todo un esperpéntico espectáculo…

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Las increíbles contradicciones sobre el copago de los fármacos hospitalarios

Por Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública

 

nuevatribuna.es

 

El ministerio de Sanidad en septiembre pasado aprobó la aplicación del copago a los medicamentos dispensados en las farmacias hospitalarias. Desde el primer momento la mayoría de las entidades sociales y profesionales señalamos que  se trataba de una medida irracional desde el punto de vista sanitario y económico.

 

Desde el punto de vista sanitario porque es obvio que se trata de medicamentos que se dan a personas con graves enfermedades crónicas cuya salud y a veces cuya vida depende de la continuidad de sus tratamientos, y además de trata de personas que ya sufren muchos otros copagos (los medicamentos dispensados en oficinas de farmacia, el transporte, las dietas, prótesis, ortesis, etc) y que son por lo general grupos de población muy vulnerables. Desde el económico porque implantar este copago significa importantes gastos de gestión que muy probablemente serán iguales o mayores a los posibles ingresos. Evidentemente estas circunstancias han hecho que una gran parte de las CCAA rechazaran la medida, varias de ellas con gobiernos del PP,  y que incluso alguna de ellas haya llevado el tema a los tribunales, pero a pesar de ello el Ministerio sigue empeñado en que se aplique la medida.

 

La última noticia de este despropósito son las declaraciones de la señora de Cospedal, presidenta de Castilla La Mancha y Secretaria General del PP diciendo que allí va a aplicarse este copago, pero que lo va a abonar la  comunidad autónoma, es decir estamos ante un nuevo caso de “simulación a la manera de…” que tanto le agradan a la Sra Cospedal, porque si lo asume la comunidad autónoma, lo evidente es que no hay copago, porque de haberlo supone que lo pagan los ciudadanos directamente.

 

Estas contradicciones son ya esperpénticas. El Ministerio de Sanidad debe asumir que su disposición era injusta y arbitraria y retirarla porque hasta la secretaria general del partido que sustenta el gobierno tiene claro que es una medida perjudicial para las personas gravemente enfermas. Una vez mas queda claro que el Ministerio de Sanidad es una entidad que no vela por la salud de los ciudadanos y que esta favoreciendo la desigualdad en el acceso a las prestaciones sanitarias en el conjunto del país y que sus responsables nos harían un favor a todos si dimiten. También empieza a estarlo que hay algún barco que se esta hundiendo y que hay cada vez mas gente que quiere evitar que el hundimiento les arrastre a ellos.

 

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