CONCURSO DE TRASLADOS
“Lo que ha ocurrido era previsible …”, pero la previsión brilló por su ausencia …
El Sespa ofrece plazas en Jarrio y Cangas a los médicos en paro por los traslados
La Administración sanitaria considera viable recolocar a la mayor parte de los facultativos excedentes del concurso
Oviedo / Gijón, P. ÁLVAREZ / A. RUBIERA, en La Nueva España
Si los mayores se desplazan hacia el centro, los jóvenes se ven obligados a viajar a la periferia. La mayoría de los médicos que han quedado en el paro en virtud del concurso de traslados que estos días vive la sanidad asturiana podrán ser recolocados en los hospitales que mayor escasez de personal sufren: los de Jarrio (Coaña) y Cangas del Narcea.
El Servicio de Salud del Principado (Sespa) reunió ayer a los especialistas que se han visto desplazados de los puestos que ocupaban de forma interina para informarles de los centros y especialidades en los que podría haber vacantes. En su mayoría trabajaban en los principales hospitales de la región, sobre todo en el Hospital Central de Asturias. La oferta global ronda las 40 plazas.
En términos generales, se trata de facultativos en la treintena y la cuarentena cuyos puestos fueron ocupados ayer mismo por médicos propietarios de mayor edad y venidos de hospitales más pequeños. El concurso de traslados ha producido un proceso de desplazamiento desde la periferia hacia el centro. Y se han quedado fuera muchos de los que se hallaban en el centro sin plaza en propiedad, que en el proceso de reajuste serán enviados a la periferia.
«Ofertaremos empleo en las alas de Asturias a la mayoría de los interinos que se han quedado fuera», señalaron ayer fuentes del Sespa. Sin embargo, no será posible recolocarlos a todos, dado que «no puede olvidarse que con el concurso han venido a Asturias 40 médicos de otras comunidades autónomas», precisaron las mismas fuentes.
El concurso de traslados, el primero de cierta entidad celebrado en la sanidad pública asturiana desde 2002, ha generado una situación de gran complejidad. Afecta a 238 plazas de médicos, 180 de ellas de hospitales. La primera fuente de conflicto ha consistido en que todos los facultativos que cambian de área sanitaria, que son la mayoría, disponen -en virtud de una normativa heredada del extinto Insalud que el Sespa trató sin éxito de mitigar- de un mes de permiso retribuido.
Consecuencia directa: puestos de trabajo desiertos. Según fuentes consultadas por este periódico, durante varias horas de la mañana de ayer las urgencias de pediatría del Central estuvieron atendidas por un residente de medicina de familia de tercer año. Y es que, como dificultad añadida, algunos de los facultativos llegados al Central, al superar los 55 años de edad, están eximidos de realizar guardias. Asimismo, la ausencia de anestesistas obligó a suspender operaciones en una cifra no concretada por la Administración. Y en atención primaria, aun con una repercusión menor, la ausencia de algunos médicos hubo de ser suplida por otros facultativos del mismo centro de salud.
Un segundo apartado de repercusiones se centra en los médicos que desarrollaban técnicas de vanguardia en las que no están adiestrados los colegas que los sustituyen. Una estimación oficiosa del Hospital Central calcula que 14 de estos médicos han tenido que irse del centro sanitario a causa de los traslados. Disciplinas como neurorradiología, trasplante hematopoyético, electrofisiología y trasplante hepático han quedado en situación precaria. Se da por hecho que para algunas de ellas podrán encontrarse soluciones alternativas, pero no para todas.
Los responsables del Sespa señalaron ayer que «no puede decirse que el sistema sanitario esté envuelto en el caos», y agregaron que «lo que ha ocurrido era previsible y no compromete la atención sanitaria, ya que todos los profesionales que se incorporan a la nueva plaza son personal fijo, con varios años de experiencia y perfectamente cualificados para ejercer la especialidad correspondiente». La Administración sanitaria argumenta que «los grandes centros cuentan con un dimensionamiento de los servicios suficiente para absorber la demanda habitual».
En el segundo hospital de mayor envergadura de la región, el de Cabueñes (Gijón), la situación parecía ayer menos tensa. «Pensamos que no habrá prestaciones sanitarias que se resientan por los traslados y aunque cuantitativamente, en número, sí que habrá una bajada de personal durante unos días, el hecho de que coincida con las vacaciones de Semana Santa provocará que el impacto quede minimizado», explicó el gerente de Cabueñes, Luis Hevia.
Respecto al disgusto provocado por los ceses de algunos interinos que dejarán su plaza a un propietario mientras la conservan personal eventual con menos experiencia, desde la gerencia de Cabueñes se argumentó que se están buscando soluciones idóneas, con situaciones «que pueden revisarse».
En el caso del Hospital de Cabueñes, el panorama es de un importante movimiento, derivado de un concurso de traslados en el que están involucrados dieciséis médicos que abandonan su puesto y 37 que se incorporan. Entre los que se van voluntariamente figura un jefe de servicio, el de pediatría, Gonzalo Solís. A cambio, el jefe de endocrinología del Hospital Central ha ganado su plaza en Cabueñes, aunque es muy posible que sea reclamado para seguir en el centro sanitario ovetense.
A todos esos cambios se suma que desde principios de mes dos jefes, el de la sección de oncología -Manuel Gracia- y el del servicio de urología -Valentín Muruamendiaraz-, han salido de Gijón, donde estaban en comisión de servicios, al pedir la gerencia que retornasen a su plaza en el Hospital Central.
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