El 12% de la población activa sufre el síndrome de estar quemado en el trabajo

 Pedro Gil-Monte indica en las Jornadas de Ergonomía que entre el 1,5 y el 2% de los afectados alcanza «niveles patológicos»

 

 

 

 

 

 

 

07.11.10 - 02:32 -

FERNANDO DEL BUSTO | AVILÉS.

Entre el 11 y el 12% de la población activa de España sufre el síndrome de estar quemado en el trabajo (SQT) aseguró el profesor Pedro Gil-Monte, de la Universidad de Valencia, y uno de los primeros investigadores que analizó esta situación de estrés en el ambiente laboral y su repercusión en la productividad de la empresa. De ese colectivo afectado, hasta el 2% llega a sufrir efectos patológicos que se traducen en bajas y pérdida de competitividad para su empresa. La incidencia presenta grandes diferencias en función de la actividad laboral.

Gil-Monte expuso ayer estos datos durante el segundo día de las séptimas Jornadas de Ergonomía que se han venido celebrando en el Hotel NH Palacio de Ferrera bajo la organización de la Asociación Española de Ergonomía y la Asociación Asturiana de Ergonomía.

«Es necesario distinguir el agotamiento, físico o mental, del SQT», indicó el investigador que, desde los años 80, estudia las condiciones de estrés en el mundo laboral y su repercusión en la salud de los trabajadores.

«El trabajador agotado puede recuperarse después de descansar. Sin embargo, el síndrome de estar quemado presenta más síntomas», comentó a LA VOZ DE AVILÉS. Según explicó el primero sería un deterioro cognitivo que se traduce en una escasa ilusión, pérdida de vocación y motivación. Un segundo rasgo son las actitudes negativas de indolencia, dejadez hacia la empresa y clientes. Por último, el afectado sufre agotamiento emocional en el puesto de trabajo. En los casos más graves se llega a tener un sentimiento de culpa al contrastar esas sensaciones con los recuerdos de su inicio de la vida laboral.

«Proceso crónico»

Según el experto de la Universidad de Valencia, cuando aparece el SQT se trata de un proceso crónico donde la persona puede deteriorarse hasta los niveles patológicos con un importante coste. «En 2002, la Agencia Europea de Seguridad en el Trabajo calculó que los riesgos psicosociales, entre ellos el SQT, cuestan al año en toda la Unión unos 20.000 millones de euros.

A pesar de ello, Gil-Monte recordó que las empresas cuentan con armas para luchar contra esta situación. «Se puede recuperar al trabajador afectado, al igual que cuando a una persona se le rompe un brazo se recupera. Pero también es necesario intervenir en el entorno para evitar que se vuelva a producir esa situación», afirmó. Además, recordó que se puede producir «un contagio por transmisión emocional o por ser un trabajador que ejerce de modelo de otros».

A pesar de la incidencia y de que «algunas empresas se lo toman en serio, la mayor parte de las compañías no aplican medidas preventivas sino paliativas sobre los afectados. Una de las consecuencias más graves es la pérdida de competitividad y productividad», afirmó el experto.

No son los únicos riesgos de naturaleza psicológica en el mundo de la empresa. Gil-Monte advierte de nuevos riesgos y que obligan a asumir nuevas destrezas en la gestión de riesgos laborales.