Quirós asegura que casi el 10% de los hospitalizados sufre efectos adversos
220 investigadores de 19 países analizan en Oviedo cómo mejorar la seguridad del paciente gracias a la ergonomía
Foto: El astronauta, médico e ingeniero James Philip Bagian, ayer, durante la apertura del congreso. :: J. DÍAZ
El Comercio. 23.06.11- A. VILLACORTA | OVIEDO.
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«Casi el 10% de los pacientes que ingresan en un hospital sufren efectos adversos. La mayor parte de ellos, errores en la medicación, pero también errores técnicos e infecciones». El dato fue ofrecido ayer por el consejero de Salud en funciones, Ramón Quirós, antes de inaugurar el Congreso Internacional sobre Sistemas de Salud, Ergonomía y Seguridad del Paciente en el Auditorio Príncipe, en el que participan más de 220 profesionales de la salud de 19 países.
Se trata de analizar cómo la ergonomía puede contribuir a mejorar la seguridad y el bienestar de los usuarios y, para ello, dos de las principales herramientas que utiliza esta disciplina son una adecuada planificación del entorno y la consideración de aspectos subjetivos de la experiencia de los pacientes que no suelen incluirse en la planificación de los hospitales.
«Esta disciplina supone, por ejemplo, analizar cuáles son las posibles distracciones del entorno que pueden dar lugar a errores humanos y que pueden resultar nefastos en centrales nucleares, hospitales o centros de control aéreo, entre muchos campos», apuntó Gustavo Rosal, secretario de la Asociación Española de Ergonomía, quien subrayó, además, que «la inversión en ergonomía en el ámbito de la salud y la seguridad del paciente podría reducir los costes derivados de errores posteriores hasta en un 10%».
Según el astronauta, médico e ingeniero James P. Bagian, «una de las claves es trabajar en equipo» y huir de «la excesiva jerarquía que existe en los sistemas sanitarios», de forma que, «si el médico no escucha a la enfermera, el paciente puede morir».
Según su análisis, otro de los problemas radica en que, «cuando algo va mal, enseguida se señala a un culpable para castigarlo y no se pregunta qué pasó, por qué y cómo se puede solucionar». Y puso un ejemplo: «En los hospitales, el 10% de las medicamentos se administran mal porque la enfermera se equivoca de dosis o de medicina», algo que en EE UU se ha resuelto mediante «un sistema por el que los pacientes hospitalizados llevan brazaletes con un código de barras, de forma que, al escanearlos, aparece en el ordenador qué medicina debe tomar y en qué dosis».
También en Asturias se han dado pasos en este sentido, recordó Quirós, «como la puesta en marcha de un programa que está en los ordenadores de todos los centros de salud y que consiste en que, cuando vas a recetar un fármaco a un paciente, estos revisan todos los fármacos que está tomando para ver si hay alguna interacción que puede causar efectos adversos».
Otra iniciativa en la que ha colaborado la Unidad de Cuidados Intensivos de Pediatría del HUCA constituye un primer acercamiento para medir la percepción subjetiva del dolor en niños en función de sus expresiones, para lo que se ha utilizado un sistema de reconocimiento facial.
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