Puntos cuánticos para predecir un cáncer
El encuentro mantenido ayer en Avilés entre expertos en microbiología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), encabezado por el consejero de Sanidad, Faustino Blanco, e investigadores del Centro Tecnológico del ITMA con el objetivo de trasladar las prometedoras aplicaciones de los nanomateriales en el área sanitaria, sirvió para abrir líneas de colaboración de cara a nuevos proyectos en el campo de la medicina. El destinatario del mensaje fue receptivo. El consejero advirtió a su llegada a las instalaciones de la Fundación en el Parque Empresarial del Principado de Asturias (PEPA), que «el modelo económico clásico tiene un recorrido limitado». Por eso, al tejido productivo asturiano «hay que meterle modelos de innovación y de desarrollo que induzcan a actividad económica» y eso se consigue apostando «por la investigación de excelencia, por ideas como las que tienen estas organizaciones». Eso, concluyó, «es entender dónde está el futuro».
Acompañado por el director general de Innovación Sanitaria, Enrique González, y por científicos del HUCA, realizaron un recorrido por el departamento de Energía y al área de nanomateriales de Itma guiado por Íñigo Felgueroso, director tanto de esta como de la fundación Prodintec, en Gijón. Una visita en la que pudieron conocer de primera mano las investigaciones con nanomateriales llevadas a cabo en el centro enfocadas principalmente, de momento, a la producción energética.
En el laboratorio de películas delgadas, el químico Luis José Andrés explicó las utilidades de diseccionar materiales hasta menos de la mitad de una micra de su diámetro. Nanohilos que, llevados al campo de la salud, podrían aplicarse en apósitos para mejorar la cicatrización de una herida o al el textil sanitario.
Su compañero, Amador Menéndez, químico del ITMA, profundizó en ilustrar los proyectos realizados ahora con materiales aplicados a a la tecnología pero con indudable versatilidad. Como los puntos cuánticos, «moléculas fluorescentes capaces de capturar diferentes componentes, los colores del sol». Un punto cuántico, según explicó, «no es más que una agrupación de moléculas con una propiedad interesante: dependiendo del tamaño, absorben o emiten luz de diferentes colores». Esto llevado a la investigación sanitaria permitiría emplearlos como marcadores biológicos. «Cuando hoy en día nos detectan un cáncer es porque ya tenemos muchas células infectadas, lo que significa que la cura será más compleja, costosa y con más sufrimiento para el paciente», ilustró Menéndez.
El empleo de puntos cuánticos permitiría «adherirse solo a las células cancerígenas» y detectar un cáncer en sus estadios iniciales, algo que ya avanzó el investigador Robert Langer en un artículo en la revista 'Nature' hace dos años. En el ITMA trabajan también en «generar distintos colores de espectro y en torno al infrarrojo cercano, algo que al campo médico interesa porque es transparente a los tejidos».
Por otro lado, está la optogenética, una «tecnología emergente» y que puede sonar «un poco a ciencia ficción» pero que el químico ve como futuro Premio Nobel. Vendría a dar respuesta a preguntas de la ciencia como qué neuronas son responsables de la actividad motora o qué grupos de ellas provocan enfermedades neurodegenerativas cuando se dañan. Eso se consigue «con fibra óptica de policarbonato». Inyectada a una neurona modificada genéticamente y convertida en fotosensible, permite observar al iluminarla, como ha demostrado un grupo de científicos, de qué orden es responsable. Se trataría, en definitiva, de «interruptores lumínicos a la carta».
La física Nuria Campos cerró la exposición divulgativa de la visita, antes de completar el recorrido de la comitiva por las instalaciones de ITMA, con la presentación de los experimentos con nanomateriales de carbono en respuesta concreta a una petición de un grupo de bioanálisis de la Universidad.
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