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Sanidad afirma que el cierre de Silicosis se hace «sin sorpresas ni improvisación»

Sanidad afirma que el cierre de Silicosis se hace «sin sorpresas ni improvisación»
 
Pacientes ingresados recurren a la policía para frenar unas obras nocturnas que ejecuta estos días el viejo HUCA para adecuar espacios

17.10.13 - 00:23 -

El cierre y traslado del Instituto Nacional de Silicosis iniciado por el Hospital Central con vistas a la mudanza al nuevo HUCA se está llevando a cabo «con normalidad, sin sorpresas, sobresaltos ni improvisación». Así lo aseguró el consejero de Sanidad que ayer salió al paso de quienes critican el proceso con «mensajes de desmantelamiento nada justificados». Faustino Blanco defendió los cambios internos propiciados en el viejo hospital, los cuales buscan adecuar el tamaño del actual complejo sanitario con vistas al traslado que en enero próximo hará a La Cadellada. En el nuevo hospital habrá 989 camas frente a las 1.075 ahora disponibles en El Cristo. Es en este proceso «de desarrollar un servicio de alta calidad en un nuevo espacio» en el que Blanco sitúo el cierre de las plantas de hospitalización de Silicosis y de las urgencias, que se unifican con las del resto del Hospital Central. «Ahí es donde se enmarca la nueva remodelación de Silicosis, que seguirá siendo instituto nacional, tal y como lo concebimos ahora pero con una visión de futuro en el nuevo HUCA», abundó Blanco.

El titular de Sanidad, que ayer acudió en la Junta General del Principado a los actos del 'Día Europeo del Paro Cardíaco', habló de «normalidad» y negó «improvisación» en el traslado de Silicosis. Sin embargo, según ha podido saber EL COMERCIO, en la noche del pasado martes hubo un pequeño conato por parte de varios pacientes ingresados que se están viendo afectados negativamente por obras de reforma que estos días se desarrollan en el viejo hospital.

El problema surgió en el ala izquierda del Hospital Covadonga (antigua residencia), en cuya tercera planta se están realizando trabajos para adecuar varias habitaciones para los pacientes trasladados de Silicosis. Algunos enfermos ingresados en la segunda planta «tuvimos que soportar ruidos y golpes durante todo el día, hasta que pasadas las ocho y media de la tarde y tras confirmar que pretendían continuar con las obras toda la noche, acudimos a la policía municipal porque en el hospital nadie nos hacía caso», indicó el hijo de una de las pacientes hospitalizadas. Su madre había sido operada el lunes de un problema intestinal «y está muy delicada. No hay derecho a que te hagan una cosa así», se quejó.

«Tiraron tabiques y no pararon de martillear durante todo el día. Las bandejas de comida y los vasos temblaban del ruido que metían con las obras. Las enfermeras nos tuvieron que dar un calmante para tranquilizarnos porque no había forma humana de descansar», explicó una de las afectadas. Al igual que ella y su compañera de habitación, fueron muchos los enfermos de la segunda planta del Covadonga «que se quejaron a lo largo de toda la jornada del martes». Tras recurrir a la policía municipal, que no llegó a personarse en el hospital y que resolvió el asunto por teléfono, los operarios «dejaron de golpear sobre las nueve de la noche, aunque continuaron hasta las once recogiendo escombros», explicaron otros enfermos.

La Consejería de Sanidad indicó ayer que los trabajos de reforma en el viejo hospital «son necesarios» y que los mismos «se están llevando a cabo intentando ocasionar las menores molestias posibles». Tras la queja de los pacientes, varios de los cuales contactaron con EL COMERCIO y con la Junta de Personal del HUCA, el hospital optó por inhabilitar varias habitaciones y trasladar a los enfermos a otra zona. «No entendemos que el viejo hospital haga obras cuando quedan tres meses para que se vaya a La Cadellada», coincidieron en señalar los enfermos.

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