Más de 10.330 urgencias al año
Las tres ambulancias y la UVI móvil de la comarca realizan anualmente algo más de 52.000 desplazamientos
Ahí están. Su trabajo es silencioso, pero son una pieza esencial en el funcionamiento de la asistencia sanitaria (si bien es cierto que en ese complejo mecanismo todos los engranajes son claves). Del correcto funcionamiento de las ambulancias depende no sólo la facilidad para acudir a alguno de los centros sanitarios de la comarca, en ocasiones también la vida o la recuperación de alguien implicado en un accidente. En la comarca de Avilés, la red de transporte sanitario realizó durante el pasado año 52.053 recorridos diferentes. La mayor parte de ellos corresponden a desplazamientos programados, por ejemplo, los pacientes que acuden a los servicios de rehabilitación del Hospital San Agustín. Las intervenciones de urgencias representan el 19,78% de su actividad, con 10.330 en todo el año. Su media diaria en la comarca es de 29 servicios y disponen de cuatro dispositivos: la conocida como UVI móvil, además de tres ambulancias de urgencias y una cuarta de refuerzo durante los meses de verano. La empresa Transinsa las gestiona.
La ubicación de los vehículos se distribuye por la comarca para facilitar la rapidez de acceso a todo el territorio. Se reparte entre Luanco, Soto del Barco y Avilés, en la antigua Casa del Mar. A estas tres ambulancias de urgencias se suma una cuarta en verano, ante el posible incremento de la actividad que pueda producirse y para dar respuesta a todas las necesidades. En total, 44 personas se turnan para asegurar que una ambulancia atenderá las necesidades de los avilesinos las 24 horas del día durante todos los días del año.
LA VOZ DE AVILÉS acompañó a un equipo de una ambulancia de urgencias durante parte de su servicio. Carlos Riesgo y Montserrat García compartieron su experiencia. Para acceder a este trabajo se han formado como Técnico de Emergencias Sanitarias de nivel II. Además, periódicamente realizan diferentes cursos de actualización de sus conocimientos. A los que se suma el tiempo que aprovechan durante sus guardias para estudiar o leer revistas especializadas. «Nuestro día es, básicamente, esperar que nos llamen», comentan ambos.
La ambulancia de urgencias de Avilés realiza una media de trece servicios diarios, con lo que pueden pasar horas sin actividad, pero también viven turnos en los que no hay descanso. «Los lunes suelen ser muy activos y cuando llega el frío y el mal tiempo son frecuentes las llamadas para trasladar a personas mayores que se descompensan», indican.
La red de ambulancias cuenta con dos bases en Avilés. El Hospital San Agustín se encuentra la UVI móvil donde, además del personal de Transinsa se desplaza un equipo médico del Servicio de Salud del Principado de Asturias. Y la segunda base es las antiguas instalaciones de la Casa del Mar, reservada para la ambulancia de urgencias.
Es suficiente con comprobar las matrículas de los vehículos para darse cuenta de que se renuevan con frecuencia. Por ley, según explican, deben reponerse cada ocho años. Sin embargo, en Asturias se procura adquirir nuevos transportes cada cuatro o cinco años.
Junto con el equipo, un complejo aparataje que asemeja más el interior de la ambulancia a un quirófano que a la furgoneta que es. «En los últimos diez años se han producido grandes cambios técnicos, han mejorado mucho los recursos de los que disponemos», comentan.
«Cuando recibimos una llamada para ir a una residencia o a un domicilio, solemos saber muy bien lo que nos espera. Sin embargo, en la calle te encuentras con situaciones inesperadas. No es la primera vez que llegas a un accidente y una persona que pensaban que estaba herida leve necesita atención médica», comentan. De ahí que la experiencia sea un valor añadido para estos profesionales formados de una madera especial.
«Aquí los 'House' duran muy poco», aseguran para subrayar la necesidad de combinar la necesaria cortesía con los pacientes con las propias exigencias del servicio y la convivencia entre personas cuya jornada laboral oscila entre la máxima tensión y la espera.
De repente, suena el teléfono. Es una emergencia. Ambos activan sus resortes. Nada de nerviosismo, se sigue una pauta conocida y practicada durante muchos días. Mientras caminan hacia el vehículo reciben la información del paciente. Es un traslado de una residencia de mayores al Hospital San Agustín. «Algo habitual en esta época», explican.
El vehículo se encuentra permanentemente localizado y, a través, del teléfono móvil, informan a la central de su situación: momento de salida, llegada, fin del servicio...
«¿Ponemos la rotativa?», preguntan mientras conducen por Avilés hasta la residencia. ¿La rotativa? «Sí, la sirena». No molesta para conducir y, aseguran, no les pone nerviosos. Sobre todo, es un recurso para advertir a los conductores, que no siempre responden lo bien que deberían, lamentan.
Llegan a la residencia de ancianos, estacionan y montan la camilla. Mientras se dirigen a la habitación donde se encuentra el enfermo les informan de su estado antes de ser trasladado a la camilla con la que sale camino del servicio de urgencias del Hospital San Agustín.
Una vez en él, entregan la documentación a la médica que los recibe y, mientras, la enfermera realiza el triaje al paciente. Terminado el servicio, se vuelve a colocar la camilla en su lugar. Cuando es necesario, se repone el material. El protocolo marca las revisiones que se deben realizar al día para que el equipo sea operativo. Siempre llevan recursos suficientes. «Nunca sabes lo que te vas a encontrar», indican. El interior de la furgoneta se encuentra aprovechado al máximo.
Hasta en las puertas del interior se ha colocado una silla para el traslado de pacientes en edificios sin ascensor. Es parte de los nuevos materiales que han comenzado a desarrollarse desde el año 2000. Colchones de vacío o camilla de palas son algunos de esos nuevos equipos que mejoran su servicio.
Cerrada la emergencia, deciden acercarse a saludar al equipo del SAMU, que también disfruta de una jornada inusualmente tranquila para lo que son los lunes en Avilés.
¿Existen momentos duros? «Claro que existen», comentan. Puede ser una muerte, y algunos de ellos recuerdan «la época dura en la Variante». Incluso otros sucesos que les llegan a afectar en lo personal, como encontrarse trasladando a un amigo tras un accidente que le costó la vida. «Cada uno lo lleva a su manera, muchas cosas salen hablando entre nosotros, otra nos. No existe una receta para todos», aseguran.
Tampoco faltan anécdotas. Como en una ocasión en que recibieron la alerta de un señor que se encontraba tumbado en su vehículo. Una persona había llamado pensando que era un infarto. «Llegamos y estaba hablando con normalidad. Simplemente, estaba de siesta», recuerdan. Por eso, insisten, «es muy importante la información que se facilita por teléfono. Acudir a una emergencia de forma errónea, puede implicar que luego llegamos tarde donde se nos necesita».
Después del saludo, Carlos Riesgo y Montserrat García regresan a la ambulancia y a la base en la Casa del Mar. Y, ahora, ya sólo toca esperar hasta la siguiente urgencia...
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