Pensiones: una reforma en el aire
El Comercio. 06.09.10 -JOSÉ LUIS GALENDE |
Trabajar más para cobrar lo mismo o menos: es el proyecto cuya aprobación aviva la pugna entre partidos
El retraso en los trabajos del Pacto de Toledo amenaza los plazos de Zapatero
La reforma de las pensiones, el próximo gran reto de José Luis Rodríguez Zapatero, no tiene fecha. Es la creencia generalizada en medios políticos y sindicales, y también en el interior de la comisión del Pacto de Toledo, el foro en el que los partidos intentan consensuar los cambios que garanticen la viabilidad del sistema a largo plazo. Aunque el Gobierno ha asegurado de forma reiterada que pretende emprender la iniciativa este año, el órgano encargado de debatirla aún no ha comenzado a redactar su propuesta. Voces conocedoras del proceso advierten que puede peligrar si se cometen «nuevos errores» en este terreno, como los protagonizados por el Ejecutivo del PSOE al suscitar el asunto sin un sondeo previo a los agentes implicados y por la oposición al intentar convertirlo en un arma electoral.
El Gobierno ha explicado que esperará a que el Pacto de Toledo se pronuncie. «No hay información suficiente», alega. Un ejemplo de ello es que los diputados desconocen a cuánto ascienden los aplazamientos de pago autorizados por la Seguridad Social a las empresas, que son previsibles ingresos futuros no computados en la ejecución presupuestaria que se publica cada mes.
Según ha trascendido, los miembros de este 'comité de sabios' de las pensiones habían comenzado a perfilar un documento de conclusiones a principios de año. Pero el trabajo se vio paralizado tras la propuesta del Ejecutivo de congelar las prestaciones para 2011. La irrupción del Gobierno en una materia considerada competencia de esa comisión causó «perplejidad» entre sus integrantes y dejó su labor en «fuera de juego».
Los integrantes del comité creen que, tras la marginación padecida, deberá plantearse una reafirmación de su papel en la reforma del sistema de pensiones y la recuperación del espíritu fundacional. Hay un hándicap más: el anuncio de Zapatero desde Tokio de que pretende alcanzar un pacto global con el PNV que abarque los Presupuestos de 2011 y la reforma de las pensiones, lo que viene a cuestionar todavía más el papel de la comisión parlamentaria.
En cualquier caso, los medios citados apuntan que los trabajos de los dos últimos años han servido para crear un estado de opinión entre los integrantes del Pacto de Toledo, aunque el acercamiento aún está lejano en puntos como el de alargar la vida laboral de 65 a 67 años o ampliar el periodo de cómputo, de 15 a 20 años.
La incógnita abierta ahora es qué pasará si en plena búsqueda de consensos se produce un ataque de los mercados internacionales contra la deuda española, como sucediera en primavera y que forzó un drástico ajuste. Además, conforme se acerquen las elecciones generales de 2012 más difícil será un acuerdo que inevitablemente se traducirá en trabajar más tiempo para cobrar menos.
La caída de la recaudación de la Seguridad Social por cotizaciones desde que estalló la crisis ha colocado al organismo ante una ecuación diabólica para el equilibrio futuro de sus cuentas si no se adoptan medidas de ajuste y «redistribución» del gasto. Así, mientras hace un año los ingresos por cotizaciones caían el 2,5% y actualmente casi se han congelado en ese nivel, el desembolso en pensiones no deja de crecer. Y aumenta por una doble vía: porque cada vez hay más pensionistas y porque las nuevas prestaciones son más elevadas que las que desaparecen por el fallecimiento de sus perceptores.
El deterioro ha llegado a tal punto que, si no lo remedia una muy buena evolución de la afiliación a la Seguridad Social, en algún momento del próximo año las cotizaciones sociales no bastarán para pagar los gastos del organismo, según estimaciones de diversos expertos. Para cubrir ese posible déficit, la Seguridad Social echará mano en primer lugar de los intereses que generan los más de 60.000 millones de euros del Fondo de Reserva de las Pensiones; y el siguiente paso será recurrir al patrimonio de este instrumento de garantía, pensado para cubrir los desajustes entre la recaudación y el gasto en las épocas de crisis. Desde el Gobierno se lanzan mensajes tranquilizadores con el argumento de la existencia actual de superávit cuando la mayor parte de los países occidentales tienen déficit.
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