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Copago sanitario

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Cataluña abre el debate sobre el cobro de las consultas médicas

Foto: Copago sanitario 

JOSÉ MANUEL IBÁÑEZ La cosa no es de ahora, hace años que nos vienen anunciando que el sistema sanitario hace aguas, y los globos sonda son constantes para observar como reacciona el personal. Cataluña parece estar dispuesta a marcar la pauta a seguir, pese a ser la comunidad teóricamente más rica, y seguramente abrirá la espita que marcará el ritmo al resto. Los desfases, las alegrías, y las ocurrencias de los políticos, las vamos a pagar, como resulta habitual, los ciudadanos.

 

En Asturias hace ya unos cuantos años que se implantó el llamado céntimo sanitario aplicado a los carburantes, que por cierto menuda marcha que llevan. El pozo sin fondo del constante déficit sanitario no resulta nuevo. Desde ni se sabe, ningún gobierno quiere cortar por lo sano, dado su previsible coste electoral, aparte de lo impopular de la medida, así que los parches se van sucediendo, y el enfermo empeorando.

 

El quid de la cuestión reside en que nuestro país resulta poco menos que Jauja para todo quisqui, haya cotizado o no, con lo cual las prestaciones están universalizadas, cubriendo gratuitamente a cualquier persona que se encuentre entre nosotros. Medida esta muy social, pero impensable en otras latitudes, ni tan siquiera en naciones en las que el petróleo les sale por el bidé. Para rematar la faena, como no podía ser menos, la picaresca es amplia.

 

No voy a cargar las tintas, pero resulta archisabido la utilización de la tarjeta de los güelitos para ahorrase el 40%, o los miles de extranjeros que aprovechan sus vacaciones para llenar su botiquín anual, o determinados colectivos que ya nacen pensionistas, aunque toda su familia no la haya hincado en la vida, así como las presiones de la industria farmacéutica para prescripciones un tanto peculiares. Ustedes, entiendo, son inteligentes.

 

La administración no está exenta de culpa, con planificación poco rigurosa en muchos de los casos, con exceso de personal en determinadas áreas burocráticas, y escasez de profesionales cualificados en otras, o utilizar el «tira que libres» para evitar conflictos. Paso a paso, las cifras negativas se van incrementando, con lo que todo está a punto de reventar.

 

Está vez me da el pálpito que la llegada del lobo va a ser realidad, y una nueva taquilla se va abrirá para que por ella pasemos a cotizar los habituales. Seguramente lo que nos impongan, más la parte proporcional de los que van a seguir por los siglos de los siglos viviendo del cuentu.

 

También habría que decir que el uso y abuso por parte de bastantes asegurados resulta palpable, básicamente porque nadie les quiere poner coto para evitar «problemas».

 

Parece lógico que habrá que regular, meter bisturí, y no generalizar para que siempre paguen los mismos, privándoles de derechos adquiridos, ¡y bien cotizados!, pero llegado el momento todos iguales, y no me meto en más berenjenales, pues tanto muchos de ustedes como uno mismo cansados estamos de los agravios comparativos en nuestro día a día, con independencia de que los demagogos de turno me pongan a caldo, pero esto último hace tiempo que lo tengo asumido.

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