Aprendices de salvavidas
Enfermeros de Pakistán, Palestina, Colombia y el Congo cursan en Asturias el primer máster en cuidados críticos de toda Europa
Lne. 04.02.2013 | 02:17 Oviedo, Pablo GALLEGO
Por la izquierda, Pilar Mosteiro, Alfred Kiza, Beja Lhomo, Subia Parveen, Alejandra Guerrero, Nizar Said y Verónica Braganza, en la sala de demostraciones de la Escuela de Enfermería, durante una de sus primeras clases de español. luisma murias
Aunque parezca real, el ocupante de la cama de la fotografía es un muñeco. Pero dentro de pocos días, el objeto de atención de quienes lo rodean será real, un adulto o un niño con una necesidad urgente de cuidados. Frente a ellos los pacientes tendrán a los primeros alumnos del máster «Erasmus Mundus» de Enfermería de Urgencias y Cuidados Críticos, llegados desde Pakistán, Indonesia, Colombia, Palestina y la República Democrática del Congo. Todos tienen experiencia en cuidados de enfermería, su profesión desde hace años. A todos les une el mismo deseo: saber cómo actuar en los casos donde la línea entre la vida y la muerte es más fina, para tratar de evitar la tragedia.
Alejandra Guerrero, colombiana de 25 años, es la única alumna que habla castellano. Sin enfermeros españoles en el máster, al que han accedido sólo doce titulados -siete de ellos cursan el segundo semestre del curso en Asturias, el resto lo hace en Finlandia-, los demás utilizan el inglés como «lingua franca», en la que se comunican y cuentan las razones que les han traído hasta Asturias. En la mochila Guerrero trae consigo su experiencia anterior en urgencias y unidades de vigilancia y cuidados intensivos.
Por kilómetros, el recorrido del congoleño Alfred Kiza, de 40 años, es difícil de igualar. Formado en Estados Unidos, creció en África, explica, deseando poder estudiar «algo útil». En América le animaron a quedarse al terminar los estudios, pero su compromiso era «volver a África». En 2006 llegó a Tanzania, donde trabajó con enfermos mentales, «los más abandonados entre los abandonados». De allí regresó al Congo, y tras una corta estancia en Perú, al otro lado del Atlántico, volvió de nuevo a África, a Etiopía, país de pobreza y hambrunas. Sin internet ni nada que se le pareciera, una familia le ayudó para que pudiera comunicarse con España y participar en la última fase de selección.
Junto al muñeco, en la sala de demostraciones de la Escuela de Enfermería de Oviedo, les espera Pilar Mosteiro, responsable del máster junto al doctor Corsino Rey, facultativo de la unidad de cuidados intensivos pediátricos del Hospital Universitario Central de Asturias. Diplomada en Enfermería y licenciada en Psicología, Mosteiro fue, durante años, directora de la Escuela, y ahora ocupa el vicedecanato de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, tras la fusión de ambos centros. La Universidad de Oviedo es el centro coordinador de todo el posgrado, un trabajo que une a la institución académica asturiana con centros de Portugal, Finlandia, Brasil y Tailandia. Mosteiro sonríe, sin poder ocultar el orgullo, cuando los alumnos reconocen que este máster, la primera titulación internacional conjunta de enfermería avanzada en Europa, «es lo que buscábamos».
Nizar Said, palestino de 26 años, quería ser ingeniero genético, «pero la situación económica no lo permitía, así que me hice enfermero». Formado en Egipto, vivió en primera persona las revoluciones y protestas de la «primavera árabe». El máster es, para él, «un paso más en el trabajo», dedicado hasta ahora a labores de «coordinación social» en pacientes desfavorecidos. Las pakistaníes Subia Parveen y Verónica Braganza, de 33 y 27 años, y el indonesio Beja Lhomo completan el aula. La primera es profesora en la Universidad de su país, tras formarse en Suecia. Para los segundos, ésta es su primera salida al extranjero, «un sueño cumplido». Les quedan aún doce meses por delante. Las puertas del aula se cierran, y alrededor del muñeco que yace en la cama comienza la clase. De lengua española, para poder entender a sus profesores, y a los pacientes necesitados de su ayuda.
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