Mi cole es un hospital
El Comercio.10.02.13 - 01:40 - LAURA FONSECA | OVIEDO.
El programa, que cuenta con seis profesoras y la colaboración de diversas oenegés, lleva 27 años funcionado. «Esto es una bomba de oxígeno que te permite seguir adelante», afirma una de las madres
Las aulas del HUCA y Cabueñes dan clase cada año a cerca de 2.000 niños
Vea el vídeo sobre las aulas hospitalarias en ELCOMERCIO.es
La hija de Belén no puede ir al instituto desde mayo. «Esto ha sido su salvación», dice
«Intentamos que los niños normalicen su situación y se sientan simplemente, alumnos»
Estas unidades de apoyo nacieron en 1986 de la mano de un plan para humanizar los hospitales
Son alumnos, pero no llevan mochila ni bocata para el recreo. Tampoco visten uniforme o mandilón, y las aulas donde reciben clase conviven con aparatos de monitorización y columnas de suero fisiológico. El patio suele ser el pasillo que da a sus habitaciones, donde algunos intentan corretear a pesar de arrastrar una escayola o de permanecer conectados a una máquina que regula su medicación minuto a minuto. Son los niños y adolescentes ingresados en el Hospital Central de Asturias y Cabueñes, que a diario acuden a las aulas que desde 1986 funcionan en los centros sanitarios de Oviedo y Gijón. Porque para las pequeñas Sara y Lucía, o para los precoces Manuel, Julia y Quique, de preescolar y a los que una enfermedad les obliga a permanecer en la tercera planta del Materno-Infantil, su cole es un hospital.
Más de dos mil niños y chavales que cada año son hospitalizados en Asturias logran sacar adelante el curso escolar gracias a la existencia de este programa que atesora una importante tradición y que se ha convertido en uno de los más activos de España. Las llamadas aulas hospitalarias nacieron hace ya 27 años de la mano de un plan destinado a humanizar los hospitales, impulsado por los entonces ministerios de Educación y Sanidad. Capitaneado por Carmen Herrería, la directora de este peculiar colegio/instituto/guardería («y lo que haga falta», apuntan al unísono varias madres), el equipo docente se compone de otras cinco profesoras que no sólo se encargan de dar clase a los menores hospitalizados sino también a los que deben permanecen en casa durante varias semanas por encontrarse enfermos.
La alegría de la tercera planta
Entre estos particulares alumnos, ataviados con pijamas y camisones de colores y que son «la alegría de la tercera planta del Materno», los hay que pasan por las aulas hospitalarias unos pocos días, detalla la directora. La mayoría son casos de estancias cortas, pero también hay quienes tienen que realizar casi todo el curso a través de estas unidades de apoyo. Es lo que le ocurre a la hija de Belén, una niña de 13 años a la que le han diagnosticado leucemia. Desde mayo pasado, la pequeña suele ingresar por temporadas en la Unidad de Oncología Pediátrica del HUCA. «Que te digan que tu hija sufre una enfermedad grave es un mazazo, pero cuando vi que aquí había profesoras que se esfuerzan sobremanera en transmitir normalidad y cariño, supe que todo iba a salir bien». Porque para la hija de Belén, las aulas del HUCA «han sido su salvación. Es el hilo que la mantiene conectada al instituto, a sus amigos y a un mundo que para mi niña no supone enfermedad», relata. Para ella y su familia, las salas didácticas, en la que hay también una biblioteca infantil y otra para adultos, «son una bomba de oxígeno que te permiten seguir adelante». Belén se deshace en elogios hacia el personal. «Por favor pon que son mucho más que simples profesoras. Están hechas de una pasta especial», pide antes de que concluya el reportaje. Similar impresión transmite la mamá de Lucía. Su hija de once años lleva una semana hospitalizada por culpa de una latosa sinusitis. «Es algo muy especial que no pierdan días de cole y que sepan que una vez que salen de aquí podrán seguir adelante sin problema. Eso les da mucha tranquilidad».
De tanto estar en el hospital, y a pesar de acudir a clase, de estudiar el sistema solar y de hacer los deberes con regularidad mientras permanecen en la cama, los pequeños saben casi más de inyectar y colocar vías intravenosas que de las últimas perrerías de Mario Bros. Desarrollan una naturalidad sobrecogedora para moverse entre sueros, monitores y cables. Es lo que ocurre generalmente en el aula asignada a la Unidad de Oncología Pediátrica, donde los niños suelen estar mucho tiempo ingresados. Manuel, por ejemplo, con apenas cuatro años, se ha convertido en todo un experto y «hasta da indicaciones a las enfermeras», asegura Rosa García, otra de las profesoras del HUCA que lleva siete años en esto. El pequeño Manolo, «el más pícaro de todo preescolar» y que lleva ingresando en el hospital desde que tiene ocho meses, maneja la silla de ruedas (varias tallas mayor que él) con una destreza asombrosa. Casi tanto como el ordenador, donde él mismo es capaz de poner un vídeo de Los Lunnis mientras invita al resto de compañeros de sala a entonar una de sus canciones favoritas. Un poco más allá, Quique, de cinco años, algo más tímido que el lanzado Manuel, prepara su disfraz de antroxu, mientras Julia, de cuatro años, pega círculos de colores en una corbata de cartón que hará juego «con mi disfraz de vaca», nos explica. Tras oírles, María Murciego, la más joven del equipo que se incorporó a Cabueñes hace dos años, no puede evitar aclarar que «a pesar de su situación», Quique, Julia, Manuel y otros tanto como ellos, «siguen siendo niños y se comportan como tales». En las aulas hospitalarias, retoma su directora, Carmen, «intentamos que los niños normalicen su situación y se sientan simplemente, alumnos».
Un blog: ’A flote’, y visitas de famosos
En las aulas hospitalarias no sólo se dan clases. También hay charlas divulgativas, como las que el pasado curso dieron el decano de Química y también el profesor Luis Ignacio, del IES, La Magdalena, que se ha convertido en colaborador habitual. No han faltado tampoco visitas estelares, como la que protagonizó años atrás el mismísimo Fernando Alonso o las que habitualmente realizan los jugadores de Oviedo, en el HUCA, y los del Sporting, en Cabueñes. Los alumnos disponen a su vez de un blog, ’A flote’, donde pueden contar su experiencia o intercambiar impresiones con otros niños en su misma situación. Estas unidades de apoyo, que dependen de la Consejería de Educación, cuentan con la colaboración de diversas oenegés. Cruz Roja, Psicólogos sin Fronteras, la Asociación Galbán (dedicada a la ayuda de familias con niños afectados de cáncer) y la ONG Solidaridad, Educación y Desarrollo (SED), son algunos de los colectivos que contribuyen a que los menores reciban una mejor atención, tanto escolar, como lúdica y emocional.
«Pese a su situación, muchos de los chavales mejoran incluso las notas»
Entre los alumnos, hay unos 70 casos de estancias prolongadas. «La coordinación con los centros escolares es crucial», dice la directora
El Comercio. 10.02.13 - 01:37 - L. FONSECA | OVIEDO.
¿Consigue una niña de nueve años conectada a un monitor estudiar la composición del cuerpo humano o seguir la última clase de matemáticas? ¿Y hacer los deberes una chica de 16 años que lucha contra un cáncer? Por sorprendente que parezca, sí. Los pequeños y adolescentes a los que una enfermedad los ha llevado al hospital y apartado del cole no sólo consiguen no retrasarse en sus estudios, sino que «incluso algunos mejoran sus notas». Carmen Herrería, directora de las Aulas Hospitalarias, afirma con rotundidad que «en Asturias, ningún alumno pierde el curso por estar enfermo». El programa educativo no sólo permite que los niños hospitalizados no pierdan comba con su colegio o instituto, sino que también trabaja a domicilio. «Cada profesora va dos días a la semana a la casa de un alumno y desde ahí hace un seguimiento». Según Herrería, «es crucial la coordinación con los centros escolares, que son los que luego evalúan a los estudiantes que han pasado por las aulas hospitalarias». Sobre todo cuando se trata de casos de larga estancia, unos 70 cada año. La mayoría de los alumnos que han pasado por este trance, «han aprobado». Asturias cuenta con cuatro aulas de este tipo. Tres están en el HUCA, en Oviedo, donde hay una de preescolar, otra de escolares y una tercera para los que están en Oncología Pediátrica. La cuarta sala educativa está en Cabueñes.
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