Su corazón resistirá dos meses y la espera para operarse es de nueve
José Antonio Fra sufrió una angina de pecho y debe ser intervenido en marzo | «Me han dicho que tienen cientos de casos como el mío»
José Antonio vive literalmente con el corazón en un puño. Sabe que tiene una válvula obstruida (el diagnóstico es ‘estenosis aórtica severa’) y que día a día, minuto a minuto, su corazón se desgasta. Los cardiólogos le dicen que debería operarse, como mucho, en dos meses, pero se ha dado de bruces con una lista de espera de nueve meses en el Servicio de Salud delPrincipado. «Si espero me puedo morir y, en caso de sobrevivir, mi corazón quedaría tan desgastado que no soportaría la operación», dice. José Antonio Fra Blanco, gijonés de 56 años, está desesperado. «No sé qué hacer ni a dónde acudir. Es la primera vez en mi vida que necesito de la sanidad pública, para la que siempre coticé, y resulta que ahora me dejan tirado», reflexiona.
Así se siente este trabajador autónomo, que tiene un taller de reciclaje de metales, del que ha tenido que coger la baja. Su particular calvario empezó en octubre pasado, cuando sufrió un desmayo mientras trabajaba. Fue cuando decidió ir a su médico, quien al sospechar que se trataba de algo del corazón le derivó al cardiólogo, en Pumarín. Allí le confirmaron que había sufrido una angina de pecho y «que tenía que hacerme un ecocardiograma y un electro». Le dan fecha en Cabueñes para el 30 de diciembre. Hasta ahí todo bien. Pero un día antes «me llaman para anularlo». Desde el hospital le dicen que ya le enviarán una nueva citación por correo, «pero a día de hoy no he recibido nada. Sigo esperando».
Es fin de año, plenas fiestas navideñas y José Antonio se inquieta. No se encuentra nada bien. Sigue sufriendo dolores en el pecho y mareos. Sus amigos y familiares le dicen que no se quede cruzado de brazos y es cuando decide ir al Centro Médico. Allí le practican un cateterismo que le cuesta 1.785 euros, y un electrocardiograma, que le sale por otros 308 euros. El cardiólogo del centro privado «me confirma que mi caso es grave, y me dice que me tendría que operar rápido, como mucho, en dos meses. Que luego hay riesgo vital».
Con ese panorama, coge la documentación y tramita por la vía oficiosa, «a través de una amistad», una cita en cardiología del HUCA el 6 de febrero. Allí también le indican que habría que intervenirle cuanto antes, porque su corazón, al tener una válvula sin funcionar, se desgasta. José Antonio se muestra dispuesto a operarse «cuanto antes», pero se topa con que las demoras en el HUCA para un caso como el suyo «son de 9 meses». En el Hospital Central le explican que «tienen cientos de casos como el mío» y que pese a la celeridad que requeriría su corazón obstruido «no pueden hacer nada más». El facultativo del HUCA le aconseja que, si puede, «vaya a la privada», donde una intervención de este tipo «ronda entre los 30.000 y 40.000 euros. Yo no tengo ese dinero. ¿Qué debo hacer? ¿Resignarme a morir?», se pregunta.
Este gijonés sabe, porque así se lo ha explicado más de un cardiólogo en este periplo, que en dos meses «puedo sufrir un infarto, ponerme mucho peor e, incluso, morir». Su corazón se desgasta a marchas forzadas. «Hasta me llegaron a aconsejar que vaya para casa, guarde reposo y si me fatigo en algún momento que llame una ambulancia y venga al hospital. En esa situación sí que me operarían de urgencia».
Un portavoz de la Consejería de Sanidad señaló ayer a EL COMERCIO que se ha abierto un proceso de información «para conocer con exactitud y de forma pormenorizada lo que ha ocurrido». En cualquier caso, quiso señalar que «en la sanidad asturiana no existe lista de espera ordinaria para los procesos urgentes ni para aquellos en los que una demora en la atención puedan suponer un agravamiento de las condiciones de salud de los pacientes no controlable con otras medidas». Sanidad mostró «respeto para con los ciudadanos que puedan tener una experiencia no esperable del sistema sanitario», a la vez que pidió cierto grado de comprensión «ante los miles de actos diarios» que deben atender.
Dos años para el traumatólogo
José Antonio aguarda desesperado, e incluso tiene pesadillas casi a diario, mientras Olimpia Tielve, otra paciente de Cabueñes, se enfrenta a dos años de demora para consultar con el traumatólogo. El hospital le ha dado cita para septiembre de 2015 para que le informen de los resultados de una resonancia magnética (aún no hecha) por la que lleva esperando siete meses. «En qué cabeza cabe que tenga que esperar dos años para que me informen sobre una prueba. Es de locos», afirma. A esta paciente, de 57 años y con dos hernias, la habían citado primero para junio de este año, pero «luego recibí por correo una carta diciendo que me pasaban la cita para septiembre.... Pero de 2015».
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