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El triángulo Cascos-Bárcenas-Correa

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Los diarios nacionales indican que el hoy líder de Foro «daba las órdenes», el gerente del PP «contrataba» y el cabecilla de Gürtel «prestaba los servicios»

Lne.es » España   revista de prensa Oviedo, José A. ORDÓÑEZ

El «caso Luis Bárcenas», esos 22 millones que tenía en Suiza y los presuntos sobresueldos que pagaba con dinero negro a la cúpula del partido -una práctica que se habría generalizado con Álvarez-Cascos en la secretaría general, según el diario «El Mundo»- merecieron ayer una amplia cobertura en las principales cabeceras de la prensa nacional. Las menciones a la relación profesional y de amistad entre el hoy líder de Foro y el tesorero que trabajó a sus órdenes durante una década son numerosas.

 

Cascos-Bárcenas-Correa. Lucía Méndez traza en «El Mundo» un detallado perfil de Luis Bárcenas, titulado «El guardián de las sombras», en el que pone de manifiesto su estrechísima relación con Álvarez-Cascos. La periodista, gran conocedora de las interioridades del PP, afirma que el hoy líder de Foro fue quien «encumbró» a Bárcenas en el partido y que, incluso, le volvió a contratar después de un despido ordenado por Antonio Hernández Mancha que los tribunales consideraron improcedente. «Cascos, Bárcenas y Francisco Correa (el cerebro de la «red Gürtel») eran los tres vértices de un triángulo. El político daba las órdenes, el gerente del partido contrataba y Correa prestaba los servicios correspondientes», apunta Méndez, para quien «Luis el ceremonioso» era el «perfecto fontanero», un hombre educado y de muy buenas maneras que también se ganó la confianza de Aznar. Andado el tiempo, «Cascos demostró ser amigo de sus amigos, cuando Luis Bárcenas se vio arrollado por la "trama Gürtel"» y «le defendió hasta la muerte». Y es que, según desvela la autora de «Morder la bala», libro de reciente publicación sobre el PP de Rajoy, la relación entre ambos había sido tan estrecha que, previamente, en 1996, Cascos, que entonces era vicepresidente del Gobierno, le propuso al responsable de finanzas un alto cargo en la Moncloa que éste rechazó.

 

 «Diana de sospecha». En su crónica sobre la intervención del presidente del Gobierno en la intermunicipal que el PP celebró el sábado en Almería, Carmen Remírez de Ganuza asegura en «El Mundo» que, al no citarle entre los secretarios generales con una trayectoria de «honradez y dedicación», Mariano Rajoy puso «una implícita diana de sospecha sobre el primero de los secretarios generales de José María Aznar, y máximo mentor y amigo del propio Bárcenas, Francisco Álvarez-Cascos».

 

«Interrogantes devastadores». Pedro J. Ramírez asegura en su carta semanal a los lectores de «El Mundo»: «Los dos presidentes (Aznar y Rajoy) y tres secretarios generales (Cascos, Arenas y Acebes) que ha tenido el PP durante los 19 años desde 1990 hasta 2009 (...) tendrán que responder a interrogantes devastadores y tiempo habrá de poner el foco sobre ellos».

 

 El «exiliado» que era «dueño y señor». También en la edición de ayer de «El Mundo», Roberto Benito apunta que la historia de Bárcenas comienza «en aquel congreso de enero de 1989 en el que Manuel Fraga regresó a la presidencia del partido y se empleó a fondo para refundarlo y cambiarlo de nombre». Después, apunta, llegaría Aznar y con él una «nueva hornada» de políticos. «Como secretario general, Francisco Álvarez-Cascos, que ya había accedido al puesto en 1989 y que Aznar mantuvo como su mano derecha en Génova durante toda una década, etapa en la que el hoy exiliado en su Foro Asturias fue el dueño y señor del funcionamiento interno del PP», con Bárcenas encargado de las finanzas.

 

Tambores de guerra interna. La crónica de Casqueiro y Romero en «El País» interpreta el escándalo en clave de enfrentamiento interno en el PP. Incluye esta cita de un dirigente cercano a Rajoy: «Aquí lo que está pasando es que hay una serie de personas clave, dentro del PP y en algún medio de comunicación, que siguen sin aceptar que Rajoy ganó aquel congreso de Valencia en 2008 y ahora, como entonces, quieren poner en marcha una operación para debilitarle». El foco se centra sobre Esperanza Aguirre, presidenta del PP de Madrid. Según «El País», otros dirigentes ven «una maniobra al máximo nivel para intentar desactivar las posibles bombas de relojería que Bárcenas tenga en su poder». Sería una «explosión controlada que salva de salpicaduras» a Cospedal y a Rajoy. En esta estrategia, «los que quedarían peor, por comparación, serían los anteriores secretarios generales: Javier Arenas, Ángel Acebes y Francisco Álvarez-Cascos».

 

Aviso a navegantes: no hay salvavidas. Para Victoria Prego, lo que Rajoy quiso decir en Almería es que va a dejar abandonados a los que acaben siendo acusados. La periodista añade que «podían llegar a caer muchas cabezas, algunas muy notables (...) pero no parece que, si tal cosa sucede, los afectados vayan a poder contar con que Mariano Rajoy les lance el salvavidas que les rescate de un descrédito seguro».

 

lPor limones. «La Gaceta» asegura haber tenido acceso a la cuenta suiza de Bárcenas. La fortuna correspondería a negocios privados y, sobre todo, a una plantación de limones y pomelos. Se trata de la finca La Moraleja, en Argentina, de la que es socio capitalista. Su presidente es hijo de Ángel Sanchís, que también fue responsable de las finanzas populares y se vio implicado en el «caso Naseiro», de presunta financiación ilegal del PP.

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