«La violencia psicológica es el fruto de una sociedad que es machista»
FRANCISCO FUERTE MARTÍNEZ PSICÓLOGO
CRISTINA ÁLVAREZ .-AVILÉS.- EL COMERCIO DIGITAL.
Francisco Fuerte Martínez es un psicólogo experto en acoso en el trabajo, aunque también ha investigado sobre violencia de género en la Universidad Jaume I. Ayer asistió al curso de la Universidad de Oviedo para impartir una conferencia sobre ’La violencia auto legitimada en el contexto organizacional’.
-¿Por qué se vuelve un hombre violento?
-Una razón frecuente por la que un hombre se vuelve violento es cuando nota que se cuestiona su ansiada posición de dominio, se siente en peligro de extinción. Se supone que un macho no puede permitir que peligre su estatus de superioridad ante las mujeres.
-¿A qué es debida esa necesidad de ser el macho dominante de la pareja?
-El hombre está influenciado por la sociedad, no tanto ahora, pero antes la comunidad enseñaba a los hombres a que debían dominar a sus parejas, y el macho necesitaba lograr esa posición. Hay que tener en cuenta que la violencia psicológica sobre las mujeres no es sólo culpa del agresor, sino de la sociedad machista que la ha permitido. El otro día le decía a un rector de una universidad cómo uno de sus trabajadores hacía menosprecios a mujeres que trabajaban allí y lo único que me dijo fue: «¡Pero si va a misa conmigo!».
-¿Cree que la violencia de género está legitimada en nuestra sociedad?
-Ha estado legitimada toda la violencia en general y se ha callado muchas injusticias, pero ahora se está superando. En la actualidad hay más denuncias, creo que se está tomando conciencia. Sólo hay que ver a la ministra de Defensa, Carme Chacón, manejando a todos esos hombres que se encuentran bajo su poder para saber que algo está cambiando.
-¿Se da una importancia real a las agresiones psicológicas?
-Es más difícil de demostrar, y de condenar, para un juez este tipo de violencia. Además, la conducta del agresor hacia la sociedad, las instituciones e incluso la familia es la de adular, se hace respetar e intenta aparentar ser un hombre ejemplar. Al no poderse demostrar cuesta pensar que esa persona tan ’agradable’ pueda ser violenta con su pareja. Hacen un verdadero teatro que autolegitima, que incluso a veces a los testigos les cuesta creer que detrás de esa persona que ellos consideran tan correcta se esconda un maltratador.
-¿Podría apuntar alguna solución a la violencia de este tipo?
-Lo esencial es educar al varón en que no es necesario que se convierta en el macho dominante para convertirse en una persona respetable. Además, la sociedad debe tener el valor de denunciar.
-¿Y qué pasa con los hombres agredidos por sus mujeres?
-Está claro que hay muchos menos casos, pero cuando un hombre es víctima de su mujer, cuenta con un problema adicional que es la vergüenza. Al no haber apenas casos los hombres no se atreven a denunciar, nunca serían capaces de afrontar que la sociedad les llame ’calzonazos’.
-Respecto a la violencia en el trabajo, ¿se dan más los casos de acoso de hombres hacia mujeres?
-Sí, son las que más se dan, pero hay de todo tipo. Lo que hemos notado es que con la crisis ha disminuido el número de personas que piden ayuda por problemas de abuso de este tipo. Cuando los problemas físicos, es decir económicos, se ponen acuciantes, los lujos psicológicos los dejan a un lado. No quiere decir que desaparezcan, pero sí que se posponen para otra época.
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