La obesidad infantil se dispara
Pediatría del San Agustín advierte de los problemas de salud en los niños
23.02.12 - 02:39 - FERNANDO DEL BUSTO | AVILÉS.
Estados Unidos levantó la voz de alarma sobre la obesidad infantil, calificándola como una epidemia que avanzaba en las sociedades occidentales de la mano del sedentarismo y los malos hábitos en la alimentación. España no se encuentra al margen de esa tendencia y en los últimos 15 años ha triplicado su tasa de obesidad infantil, según manifestó ayer la doctora Isolina Riaño, jefa del servicio de Pediatría del Hospital San Agustín en una sesión de formación sobre el avance de un fenómeno que se da más en los niños que en las niñas.
«Es una situación muy preocupante», explicó la pediatra, «un niño con obesidad a los 14 años tiene el riesgo del 80% de ser un obeso adulto». En los menores obesos, aparecen diferentes patologías de todo tipo como hígado graso, diabetes, daños en las arterias que se traducen en problemas coronarios en la adolescencia...
La propia doctora Riaño participó en uno de los pocos estudios en Avilés sobre grupos de niños con edades comprendidos entre los 5,8 años y los 12,8 años. Las cifras detectaron que el 30,3% de los menores se encontraba en situación de sobrepeso y el 10,9% en obesidad, lo que sitúa al concejo en la tendencia epidémica que se registra en Europa occidental.
Con todo, la obesidad infantil tiene una fácil lucha, si bien ayer la doctora Riaño recalcó que «la intervención exclusiva desde el ámbito sanitario se encuentra condenada al fracaso; la importante es actuar desde la familia, la educación... Desde todos los ámbitos que se relacionan con la infancia».
Y es que el 95% de las causas de la obesidad son externas a la persona mientras sólo un 5% responden a factores genéticos. Una alimentación correcta y un mayor ejercicio físico son factores claves para luchar contra la obesidad.
«Una alimentación equilibrada es fundamental», recalcó, «el desayuno es básico y el gran problema de los niños obesos es lo mal que desayunan». Para empezar el día aconseja «galletas normales, como las María o Chiquilín; lácteos, cereales como el pan o los copos de maíz o trigo pero sin aditivos de azúcar o chocolate y fruta». La jornada debe completarse con otras cuatro ingestas: a media mañana («a poder ser fruta, cuidado con la bollería industrial o las patatas fritas»), el almuerzo, merienda y cena.
Sin olvidar la actividad física. «Ver la televisión engorda, los niños deben jugar en la calle, no ser sedentarios», concluye.
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